Seis mujeres a las que admirar para romper la brecha de género en el emprendimiento
El porcentaje de fundadoras femeninas es aún muy inferior al masculino, pero ahora sí hay referentes de primer orden
La brecha de género todavía existe en el ecosistema. De momento, y aun con tímidos avances año a año, el agujero es enorme: frente a los 2.811 hombres que fundan en solitario startups en España hay 639 mujeres, según la base de datos de El Referente. Semejante déficit refuerza la necesidad de contar con ejemplos de primer nivel que indiquen a otras emprendedoras la senda a seguir. El efecto espejo puede plantearse de diversas maneras. A continuación, THE OBJECTIVE propone un sexteto que recoge la riqueza y variedad del talento español femenino.
Elena González-Blanco (Microsoft)
En la cúpula de Microsoft desde el pasado febrero, González-Blanco es la responsable de inteligencia artificial para nativos digitales en Europa, Oriente Próximo y África. También cofundó Clibrain, experiencia fallida que pretendía construir el primer gran modelo de lenguaje (LLM) en español. Combina una formación de primer nivel en letras y ciencias y pasó por el Santander, donde lideraba el área de transformación digital para banca privada y seguros. Su actual misión en Microsoft consiste en facilitar a scaleups y unicornios la adopción de la IA.
Pilar Manchón (Google)
Desde 2019, esta sevillana ocupa en Google un alto cargo ejecutivo y lidera la estrategia de investigación del gigante de Menlo Park en materia de IA. En su día fundó junto a Gabriel Amores Indysis, exitosamente vendida. Manchón también forma parte del grupo de expertos que ayuda al Gobierno español a enhebrar su estrategia en el campo de la inteligencia artificial. Igual que González-Blanco, sus orígenes son de letras: estudió filología inglesa. Trabajó durante tres años para Intel y durante casi dos para Amazon y también ha tanteado el mundo de la inversión (Skylake Capital, Continuous Ventures).
Esther Rodríguez-Villegas (Acurable)
Otra andaluza que, del mismo modo que Manchón, ha alcanzado la cima en ámbitos donde la presencia femenina parecía poco menos que una utopía. La gaditana es catedrática en el Imperial College de Londres, una de las diez universidades más prestigiosas del planeta; dirige la startup Acurable, cuyo producto estrella es un dispositivo del peso de una moneda de euro que diagnostica la apnea obstructiva del sueño; y pertenece a la Royal Academy of Engineering, la institución con la que todo ingeniero británico sueña desde pequeño.
Rebeca Minguela (Clarity AI)
Miguela vive a caballo entre Nueva York y Madrid y no se deja ver con frecuencia en el proscenio mediático. La suya es una apuesta con galones: obtuvo el respaldo de Seaya, el fondo que armó y dirige Beatriz González, ha levantado 130 millones de dólares y comercializa una plataforma en la nube que recurre a la IA para que bancos e inversores, compañías, plataformas de e-commerce y consumidores hagan sus análisis de impacto social y medioambiental. Su mastodóntica base de datos incluye al 80% de las empresas cotizadas del mundo.
Amaia Rodríguez (Gravity Wave)
Si la facturación fuese un elemento menor y el factor de medición se centrase en el emprendimiento social, Rodríguez sería, sin ninguna duda, una de las figuras emergentes del país. Su proyecto, que recoge y recicla redes de pescadores para fabricar muebles y cartelería, cuenta con el respaldo inversor de los hermanos Gasol y pone sobre la mesa números para la esperanza. En 2023 rescató de mares y puertos 356.042 kilos de plástico. A finales del primer trimestre, Gravity Wave trabajaba con más de 7.000 pescadores en unos 150 puertos repartidos entre España, Italia, Grecia y Egipto. Es muy probable que esa cifra haya engordado.
Muriel Bourgeois (MiCuento)
No existe para los amantes de la lectura mayor placer que introducir a sus hijos en el hábito. La madrileña Bourgeois es una soñadora que predica con el ejemplo: los algoritmos de su startup, con sede en Barcelona, permiten personalizar una buena colección de cuentos para que, de repente y como por arte de magia, los pequeños sean los protagonistas de El Principito, La abuela y Yo o ¿Qué ves en las nubes? Y, encima, en formato papel. «El papel empapa tus lágrimas y se reblandece con tu ternura. Cuando conectas con la esencia de un libro es tanto lo que transmites a través de la materia en la que está impreso que te conviertes en coautor, aunque suene a hipérbole», reflexiona la CEO.