El sueño de todo profesor: un copiloto para preparar las clases a la velocidad de la IA
Ignite Copilot aspira a vender 20.000 licencias de su ‘software’ para colegios de España y Latinoamérica en 2026

El LLM de Ignite Copilot en funcionamiento. | Ignite Copilot
Los asistentes digitales están de moda, pero unos son más determinantes que otros. En el caso de los profesores de primaria, secundaria y FP, por ejemplo, contar con un aliado que ayude a preparar clases y casos prácticos permite rebajar las 15 horas semanales que el cuerpo docente dedica a este cometido a alrededor de cinco. Esa es la propuesta de valor de Ignite Copilot, una startup que dirige Ignacio Aso y que combina lo mejor de cada gran modelo de lenguaje (LLM) de código abierto.
«Hemos mapeado los currículos de las 17 comunidades autónomas más los de los principales países de Latinoamérica (México, Colombia, Perú y Chile). Que la IA esté al servicio del profesor le permite centrarse allá donde más brilla, que es con los alumnos, motivándolos y respaldándolos a nivel emocional», afirma el CEO. Las diez horas que se ahorran son un balón de oxígeno frente a su otra gran losa: la carga burocrática que ahoga al maestro entre documentos.
De momento, dado el escaso recorrido de la empresa (se funda en febrero de 2024), la mayoría de los 14.000 usuarios registrados en este SaaS (software as a service) acceden gratis a la herramienta, pero la versión de pago, destinada a colegios, se habilitó el pasado enero y es ahí donde las métricas del negocio comienzan a perfilarse. Esos centros pagan 12 euros al mes o 99 al año por profesor, y las proyecciones de Ignite Copilot contemplan cerrar 2025 con 5.000 usuarios de pago y alcanzar las 20.000 licencias en 2026. El mercado objetivo que aborda la startup incluye unos 90.000 centros educativos entre España y las Américas.
Cómo funciona
«Carles Francino nos dijo una vez que somos como la Thermomix de los profesores y esa es una definición bastante acertada. Un profesor puede preparar la clase más artesanalmente, recurriendo a Wikipedia, a ChatGPT o a diferentes estudios y documentos, pero la información está muy fragmentada. Además, en un aula puede haber alumnos con necesidades especiales, o chicos que provienen de países como Ucrania, por lo que el docente ha de crear cuatro o cinco vehículos educativos simultáneamente», expone Aso.
Ignite Copilot pide definir el área geográfica donde se enseña, la asignatura y el curso. Luego se describe el reto que se quiere plantear a los estudiantes y se suben los documentos que se estimen pertinentes. También hay que marcar los parámetros pedagógicos: competencias básicas y específicas, criterios de evaluación y saberes. «Son entre 15 y 20 ingredientes los que necesita la IA. Tienes que explicarle qué motiva a tu clase, si hay elementos de educación especial o barreras lingüísticas. El profesor puede añadir cuestionarios, rúbricas de evaluación, proyecciones, vídeos de YouTube. Treinta segundos después, dispone de una propuesta que obviamente debe revisar y perfilar». Como extra, Ignite es capaz de elaborar un informe al final del curso para el inspector educativo o el jefe de estudios.
Distinguirse de la masa
Los LLMs han permitido que startups de todos los colores creen sobre ellos capas con servicios más específicos. Ante tanta abundancia, a veces resulta difícil distinguirse y destacar. Opina Ignacio Aso que «el riesgo que asume la mayoría de emprendedores deriva de trabajar sólo con la API de ChatGPT. Eso implica tener todos los huevos en la misma cesta, depende de los sesgos y las políticas de precios de OpenAI. Nosotros estamos con Aurora y Mistral, con ChatGPT, e incluso evaluamos los modelos chinos, aunque hay que ver cómo abordan la protección de la privacidad. Todas las empresas necesitan hoy a un especialista en IA capaz de pivotar en función de lo que ofrezcan en cada momento los mercados con una línea de código».