The Objective
Opa hostil

La discreta irrupción de Mediaset en la guerra por el control de Prisa

El grupo italiano mantiene su interés en la Ser y Oughourlian está abierto a explorar formas de rentabilizar su inversión

La discreta irrupción de Mediaset en la guerra por el control de Prisa

José Miguel Contreras, Alejando Salem y Joseph Oughourlian | ILUSTRACIÓN: Alejandra Svriz

7 de julio de 2023.- “Si Prisa decide vender su unidad de radio, lo evaluaríamos”. Las palabras son del presidente ejecutivo de Mediaset e hijo del patriarca fundador, Pier Silvio Berlusconi. ¿El contexto? Una rueda de prensa convocada por otros asuntos mundanos relacionados con la compañía italiana. Por eso sorprendió que -aparentemente sin motivo- el alto directivo se refiriera públicamente y por primera vez a una operación de la que se llevaba hablando muchos meses en los ‘mentideros’ de la City madrileña. Incluso fue más allá de una simple declaración de intenciones y dijo que buscaba pactos para construir un “sistema de medios integrado, compuesto por activos de televisión, internet y radio” y que para ello estaba “evaluando cualquier posible acuerdo en España”.

Borja Prado, por entonces presidente de Mediaset, intentaba quemar sus últimas naves en un negocio en el que había puesto en riesgo toda su credibilidad institucional y financiera, pero que llevaba varios meses tambaleándose. El plan pasaba porque Mediaset se hiciera con el control de la Cadena Ser -o al menos de la gestión de los casi 200 millones de euros que la emisora factura anualmente en publicidad- para cumplir con el viejo sueño del grupo italiano de hacer frente a Atresmedia con las mismas armas. El gigante multimedia de Planeta suma a su familia de canales la emisora Onda Cero, lo que históricamente le ha permitido mantener un diferencial de ingresos a su favor, puesto que sus estructuras televisivas son similares a las de Telecinco. Y qué mejor manera de hacerles frente que de la mano de la emisora más escuchada y más rentable. Del lado de Prisa, las perennes urgencias financieras abrían la puerta a una negociación.

Precisamente un año antes (a mediados de 2022), las partes estuvieron muy cerca de cerrar un acuerdo, pero el presidente de Prisa, Joseph Oughourlian, pedía que el grupo italiano entrase en el capital del editor de El País participando en una ampliación de capital como paso previo a una toma de control de la Cadena Ser. No se llegó a ningún pacto, porque los italianos no estaban dispuestos a entrar, entre otras cosas porque no les interesaba ninguno de sus negocios, excepto el grupo de emisoras españolas. Por entonces, Global Alconaba acababa de desembarcar en el capital de la compañía, tras adquirir el 7% de Telefónica y nada más llegar mostró su disconformidad con una eventual venta de los medios del grupo. Un primer aviso de la guerra que estaba por venir.

Objeción de Moncloa

10 de enero de 2024.- “Estamos interesados en la radio, pero la compra de la cadena es muy complicada por un tema coyuntural. No es el momento oportuno”. Alejandro Salem, consejero delegado de Mediaset España y flamante sustituto del histórico Paolo Vasile, dejó claro en su presentación en sociedad en el Foro de la Comunicación (el tradicional escaparate para los editores de medios) que -por segunda vez en un año- la operación se volvía a caer. Seguía patente el interés por la emisora, pero las piezas no terminaban de encajar. Y es que en esta oportunidad irrumpió Moncloa. El Gobierno trasladó a las partes, incluyendo a los italianos y a Oughourlian, que no era conveniente que la emisora de mayor audiencia se vendiese a un grupo extranjero que además mantiene un marcado carácter conservador. Para el bloqueo se argumentaron razones de Competencia, ya que sería difícil explicar que el mismo grupo sea dueño de una televisión y una cadena de radio, con el 40% y el 43% del mercado publicitario, respectivamente.

Tampoco sentó bien en Moncloa que la operación la liderara Borja Prado, un empresario que históricamente ha sido vinculado al Partido Popular (PP) y a posiciones conservadoras. Por ello no fue casualidad que el directivo abandonara todos sus cargos en Mediaset en diciembre de 2023, un par de semanas antes de las declaraciones de Salem… y después de que las negociaciones con Prisa hubiesen fracasado nuevamente. Su relación con el consejero delegado, hombre fuerte de los Berlusconi en España, nunca fue buena y es un hecho que sus intentos de comprar la Cadena Ser nunca terminaron de gustar en Roma -por sus formas más que por el fondo- por lo que su salida fue vista como un claro guiño al Ejecutivo y el comienzo de una nueva etapa en la que, por cierto, siempre ha estado la emisora de Prisa en el horizonte.

22 de mayo de 2024.- Mediaset designa a Cristina Garmendia como presidenta, un perfil en las antípodas de Borja Prado y no solo por sus filias políticas, sino también por tener un papel mucho más discreto que su antecesor. Del mismo modo, en su condición de exministra socialista de Ciencia e Innovación durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se consideró que su nombramiento era el paso definitivo para contentar al Gobierno tras un largo periodo tendiendo puentes. Todo comenzó con la destitución de Paolo Vasile a finales de 2022; continuó con la designación del afín al PSOE, Francisco Moreno, como director de Informativos en octubre de 2023; el fichaje de Carlos Franganillo en noviembre y la salida de Borja Prado en diciembre. A esas alturas muchas asperezas se habían limado con Moncloa, un idilio que seguiría durante los próximos meses.

Guerra de Prisa

25 de febrero de 2025.- Después de meses de disputas subterráneas y en medio de los movimientos de los accionistas afines al Gobierno (Global Alconaba, Diego Prieto y Adolfo Utor), para apartar a Oughourlian de la presidencia de Prisa, el franco-armenio se revolvía y daba un golpe sobre la mesa. Lograba rechazar el gran proyecto de televisión de los rebeldes y forzar la salida de sus dos principales impulsores: el CEO de Prisa Media, Carlos Núñez, y el director de contenidos, José Miguel Contreras, este último además accionista de Alconaba. Empezaba así una lucha sin cuartel en la que el empresario logró sacar ventaja garantizándose una mayoría accionarial de control mediante una ampliación de capital exprés y el canje de bonos convertibles que dejó fuera de juego a sus detractores. El empresario decidió adelantar la junta de accionistas a mayo para escenificar que ni todos los accionistas de la compañía juntos podrán desbancarle.

Sin embargo, tras garantizarse el control de la compañía, pocos creen que el verdadero objetivo de Oughourlian sea mantenerse ad eternum en España gestionando el grupo Prisa. Pese a que en privado insiste en que su interés es la salud financiera de la compañía y convertirse en un editor garante de los valores progresistas de El País y la Cadena Ser, no deja de ser un empresario y además un empresario de un fondo activista que en su ADN tiene la búsqueda de la rentabilidad. Algo que ahora mismo en la compañía de medios está muy lejos de estar garantizado. Todas las fuentes consultadas coinciden en que terminará vendiendo. Y es más, creen que ya está moviendo ficha para conseguirlo. Incluso hay desde hace semanas un precio mínimo: 67 céntimos por acción o, lo que es lo mismo, 770 millones por toda la compañía, 211 millones por su 30%. Muy lejos de los 443 millones en los que está actualmente su valoración bursátil.

En este entendido, los rebeldes prevén ofrecer en torno a los 400 millones de euros por los medios de la compañía: El País y la Cadena Ser. Un plan que pasa porque Oughourlian utilice estos ingresos para cancelar parte de los 750 millones de euros de deuda (la gran losa del grupo) y que el resto del montante se abone con la venta de Santillana. Si se asume que el precio de la editorial estaría en torno a los 500 o 600 millones, las plusvalías finales para el presidente de Prisa estarían en torno a los 200 millones, montante similar al que valora su paquete de participación. Unos números que, por lo demás, podrían ajustarse dependiendo de si se excluyen de la primera operación los medios latinoamericanos que no interesan a Global Alconaba, pero que sí son fundamentales para el empresario franco-armenio.

Vuelve Mediaset

Pero no son los únicos interesados. En muchos accionistas de Prisa existe la certeza de que Mediaset ha retomado los contactos para comprar la Cadena Ser y que incluso ya se han mantenido encuentros informales entre los dos equipos gestores. Los italianos han visto una ventana de oportunidad en la guerra abierta en el capital y creen que pueden sacar tajada con un precio atractivo, incluso por debajo de lo que pensaban invertir hace tres años. A su favor juega que tienen una mejor relación con el Gobierno que en las anteriores negociaciones (fundamentalmente ya no está Borja Prado) y que llegado el momento, esta nueva situación minimizaría las posibilidades de que el escudo antiopas del Ejecutivo bloquease la operación. Es más, el proyecto pasa porque la emisora seguiría apoyando a Pedro Sánchez y se abren a que incluso pueda tener algún tipo de sinergia con los accionistas rebeldes. Un movimiento que podría decantar la balanza de la batalla.

Del lado de Oughourlian, la operación sería redonda y respondería a una estrategia de desprenderse de Prisa por partes para rentabilizar su inversión. Pese a que oficialmente se niega que la compañía esté en venta, en su entorno existe el convencimiento de que la vía de forzar una opa por todo el capital ya no es viable, entre otras cosas porque nadie está dispuesto a gastar 700 millones en el grupo. Por el contrario, tendría mucho más sentido una venta de cada una de las unidades productivas de manera separada. Incluso podría negociarse sobre un acuerdo a varias bandas en el que la Cadena Ser acabe en manos de Mediaset, El País en las de los rebeldes y Santillana en las de algún grupo latinoamericano. También hay opciones de que los medios latinoamericanos puedan ir a otro comprador. En el mercado creen que es solo cuestión de precio… Y de lo que diga Moncloa.

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