Especial: cosas tontas

Nos han educado en la firme creencia de que no hay nada peor que un malvado, pero el historiador de la economía Carlo Cipolla decía que «la persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe». Cipolla fundamentaba su afirmación en un análisis macroeconómico irreprochable. 

«El resultado de la acción de un malvado —argumentaba—, supone simplemente una transferencia de riqueza». Es el caso, por ejemplo, del ladrón que te roba el móvil. La sociedad en su conjunto no sufre pérdida alguna, lo que pasa es que ahora el móvil aparece en el balance del ladrón y no en el tuyo. 

Sin embargo, el idiota que te coge el móvil y lo mete en una jarra de sangría por hacer una gracia ocasiona una pérdida sin obtener beneficio alguno. Hay, por tanto, una destrucción neta de riqueza y toda la sociedad se empobrece.

Cipolla decía que la acción deletérea del estúpido se veía amplificada por el hecho de que «cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo», que es la Primera Ley Fundamental de la Estupidez. 

Los hay entre los oficios más humildes, pero también entre los catedráticos de universidad, los directivos de multinacionales y, por supuesto, los gobernantes. ¿Y cómo es posible que un cretino llegue a alcanzar una posición de poder? En las sociedades estamentales, en la que los cargos se heredaban, era natural encontrar gobernantes estúpidos. Estaban ahí porque eran hijos de alguien. Pero, ¿no es Occidente una meritocracia?

Bueno, decía Cipolla, no olvidemos que una importante fracción de los votantes son estúpidos «y las elecciones les brindan una magnífica ocasión de perjudicar a todos sin obtener ningún beneficio».

Cipolla era muy pesimista. Sostenía que podíamos defendernos de la maldad, porque al fin y al cabo respondía a algún tipo de cálculo, pero que contra la estupidez hasta los dioses luchaban en vano. Una persona idiota opera sin razón ni plan preciso, atacando en los momentos y lugares más insospechados. Su asalto nos suele coger por sorpresa, pero incluso aunque estemos prevenidos, «no es posible —dice Cipolla— organizar una defensa racional, porque el ataque carecerá de estructura racional». 

¿No es esa una descripción bastante precisa del comportamiento de Donald Trump? ¿Quién habría imaginado que un presidente de los Estados Unidos iba a aplicar un arancel del 10% a una isla en la que solo hay pingüinos, o iba a hablar en serio de anexionarse Groenlandia? Incluso ahora que parece recular, lo hace sin razón ni plan preciso, y por eso no terminan los inversores de tranquilizarse.

Finalmente, en este especial de cosas tontas no podía faltar una referencia a la huelga de impago que promueve el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid y con la que pretende obligar a los propietarios a reducir el 50% el coste del alquiler. ¿No va a tener un efecto bumerán, induciendo a muchos propietarios a sacar sus pisos del mercado y acrecentando la ya de por sí grave escasez? ¿No se están pegando un tiro en un pie, como Trump?

De todo ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE Miguel Ors Villarejo en este nuevo episodio de El Gris Importa.