El declive del cava catalán: ERE en Freixenet, malas cosechas, menos ventas…
Las sequías, los costes más elevados y los aranceles han complicado la estrategia de las bodegas

Una protesta de trabajadores de Freixenet el pasado 29 de mayo en Barcelona. | EP
Los últimos años han traído turbulencias para el negocio del cava. El despido colectivo en Freixenet es uno más de los reveses que atraviesa tanto esta denominación de origen como otras con producción en Cataluña, que arrastra ya varias malas cosechas por la sequía y el mal tiempo. Año tras año, la baja producción ha ido reduciendo el stock de las bodegas e incrementando los costes unitarios, obligando a las empresas o bien a subir los precios o a conformarse con una facturación menor.
En 2024 se vendieron 34 millones de botellas DO Cava menos que en el ejercicio anterior, lo que supone una caída del 13%, la mayor desde el año de la pandemia. Además de los problemas de producción, que se traduce en subidas de precio o menor disponibilidad de producto, han lastrado la capacidad para competir en el mercado exterior. De hecho, uno de los mayores retos es la contracción del mercado germano: las exportaciones del espumoso catalán a Alemania se han hundido un 64%.
La situación es todavía más delicada teniendo en cuenta el desafío de Estados Unidos, uno de los países que las bodegas catalanas veían con más esperanza como mercado pujante. Cava es una de las denominaciones de origen españolas más exportadoras y su buen posicionamiento internacional ha sido un éxito de su estrategia comercial durante años, pero puede convertirse en un arma de doble filo en un contexto de guerra comercial y máxima incertidumbre sobre los aranceles que decida Washington. EEUU es el segundo mercado exterior para el cava, con 18 millones de botellas valoradas en 200 millones de euros, pero el presidente estadounidense amenaza con un gravamen de hasta el 200% para los caldos de origen europeo.
El pasado miércoles, la dirección del Grupo Freixenet y los representantes laborales cerraron un preacuerdo para rebajar el ERE a 154 afectados, con indemnizaciones que podrán alcanzar los 100.000 euros para los trabajadores con mayor antigüedad. Un 23% de los empleados perderán su puesto de trabajo, aunque las condiciones han sido ampliamente avaladas por los trabajadores.
Pocos motivos para brindar
Sin embargo, fuentes sindicales admiten preocupación por el riesgo de esta decisión, tanto para el futuro de la empresa como del sector, al que ven amenazado por el cambio climático. Es por ello que urgen a la Administración y al Consejo Regulador de la DO a tomar medidas de flexibilización de las normas actuales. De lo contrario, temen que se pierda un producto emblemático de Cataluña y, con él, el de miles de familias que, como todo el tejido social, laboral y económico de la comarca del Alto Penedès, dependen de esta actividad.
Freixenet está en manos de la alemana Henkell desde hace siete años y la decisión de reducir la producción en Cataluña ha sido leída, al menos en parte, como una reacción a las turbulencias productivas del cava. De hecho, antes de anunciar este despido colectivo, ya decidió dejar de comercializar la marca Freixenet en Alemania, Austria y Suiza, lo que a su vez ha ahondado en la debacle exportadora. Como motivos del ajuste de plantilla, la firma ha mencionado las “graves interrupciones” que sufre el sector.
En paralelo a estos retos agrícolas y económicos, la DO Cava también ha vivido en los últimos años tensiones internas. Por ejemplo, la escisión de las bodegas Corpinnat, que abandonaron una denominación con productos dispares. En un momento de subida de costes y menor stock disponible, los productos más económicos pierden atractivo y sufren en el exterior, mientras que los de mayor calidad pueden resistir mejor. Según informa el medio especializado Vadevi, espumosos catalanes como Corpinnat o Clàssic Penedès han aguantado mejor el chaparrón que el cava.