The Objective
La otra cara del dinero

La Administración más limpia de la democracia

Tiene aspecto de pato, anda como un pato, nada como un pato y grazna como un pato, ¿pero no es un pato?

La Administración más limpia de la democracia

Santos Cerdán, José Luis Ábalos, Pedro Sánchez, Adriana Lastra y Carmen Calvo en una Comisión Ejecutiva de 2019. | Óscar J.Barroso (Europa Press)

Cada vez que vuelvo a Pradohondo por un puente o por unas vacaciones, me encuentro con que me han cambiado de sitio los contenedores de basura.

Ahora tenemos que ir a la calle del Muro (o sea, Wall Street) para la basura orgánica y el vidrio, y a la Guardia Civil para los envases y el papel. En el bar del Aniano he comentado este trasiego con otros parroquianos y existen diversas hipótesis. El Norberto, que es muy aficionado al canal Discovery y a Cuarto Milenio, sostiene que en realidad los contenedores están vivos y nos han cogido miedo a los humanos, pero sin negar mérito a su explicación, a mí me convence más la teoría del juego de Saturio.

Me puedo imaginar perfectamente la escena. El alcalde don Remigio y tres concejales sentados alrededor de un plano de Pradohondo, cada uno con el cubilete con los dados en la mano.

—Te toca.

Clac-clac-clac-clac-clac-clac.

—¡Seis! Muevo el iglú verde hasta el parque de la Memoria Histórica y tiro otra vez.

—No se te olvide coger una tarjeta del mazo de Vecinos.

—Es verdad. —Levanta una cartulina amarilla y lee en voz alta—: «Los veraneantes del barrio de Colón se han quejado de que la música de la feria está muy alta. Coge los cuatro contenedores, plantifícaselos en la puerta de su casa y avanza 12 casillas».

—No puedes mover los contenedores donde los veraneantes del barrio de Colón. El Dalton ya tiene ahí aparcada su camioneta para la sesión de DJ Live del sábado. No sé ni cómo salen a la calle. Deben de hacer rodillo ventral por encima del capó, jajajajá.

El juego de la obra

Me dirán que es una exageración, pero yo no solo pienso que es posible, sino que estoy convencido de que en el Ayuntamiento emplean el mismo método para adoptar otras muchas resoluciones. Por ejemplo, la concesión de licencias.

Me puedo imaginar perfectamente la escena.

Clac-clac-clac-clac-clac-clac.

—¡Cuatro! ¡Toma ya! De obra a obra y tiro porque me toca.

Clac-clac-clac-clac-clac-clac.

—Cinco… ¡Vaya, la muerte! Qué mala pata, vuelta a la casilla de salida.

—Pues esa era la solicitud de bolardos de los Vélez de Guevara, pobres. Les ha pasado de todo: la posada, el laberinto, la cárcel y ahora la muerte. Van ya para cuatro años, si no me engaña la memoria.

—Sí, menuda racha la suya. Qué diferencia con el permiso del Metralla, que se plantó en el estanque de tres tiradas limpias.

—Ya, pero así es el juego de la obra —sentencia tajante el alcalde don Remigio—. Las reglas son las reglas.

Cierto aroma caciquil

La mayoría de los forasteros con los que he hablado rechazan la teoría de Saturio y atribuyen la aparente arbitrariedad del Consistorio a que nos tiene tirria porque somos de Madrid, y debo reconocer que algunas decisiones desprenden cierto aroma caciquil y hasta xenófobo.

Por ejemplo, el Metralla, cuya licencia de obra se ha tramitado con tanta diligencia, es el líder local de Unid@s por el Cambio y el alcalde don Remigio necesita el voto de su concejala para completar la mayoría, mientras que todo el mundo sabe que los Vélez de Guevara son de derechas de toda la vida de Dios.

Y el DJ Dalton se cuida mucho de dejar la camioneta dos números más arriba, donde le vendría incluso mejor para descargar sus altavoces y su mezcladora, porque en ese portal vive un primo del concejal de Cultura, Festejos y Agenda 2030, y no una familia de inofensivos veraneantes.

Pero me niego a dar por buenas esas murmuraciones malintencionadas y en el bar de Aniano he avisado de que no pienso tolerar que se repitan en mi presencia. Ya está bien de que se eche por tierra con bulos y falsedades de baja estofa la integridad de las Administraciones públicas más limpias de la democracia, lideradas con orgullo por un Gobierno social y ejemplar, como muy bien ha proclamado Pedro Sánchez.

Ahora bien, si me piden mi opinión, les diría que movieran un poco menos los contenedores de basura.

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