Pere Carbó (Caprabo) y el nacimiento del supermecado: «Era algo inaudito»
Este emprendedor repasa su trayectoria en el podcast ‘Así empecé’

THE OBJECTIVE.
En una pequeña tienda del Raval barcelonés, a mediados de los años 30, comenzó una historia que marcaría el rumbo del comercio en España. Un niño de 13 años, hijo de campesinos, iniciaba su vida laboral como aprendiz en un colmado de la calle Fernandina. Su nombre: Pere Carbó. No imaginaba entonces que su iniciativa, empuje y visión darían origen a Caprabo. Carbó protagoniza el nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tienen como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.
«Mi padre era el segundo hermano. El mayor se quedaba con el campo y a él lo mandaron a Barcelona. Tenía 13 años y empezó de aprendiz», recuerda su hijo Pere Carbó hijo, con una mezcla de orgullo y nostalgia. Aquel joven, sin recursos pero con determinación, acabó comprando el colmado donde trabajaba. «Lo compró a crédito, porque no tenía un duro. El dueño confió en él», cuenta.
Poco a poco, el negocio creció hasta contar con seis colmados en Barcelona. Pero el gran salto llegó con la llegada de un nuevo concepto importado de Estados Unidos: el supermercado. En 1958, una delegación del Ministerio de Comercio viajó a EE.UU. y trajo consigo la idea revolucionaria del autoservicio. «Mi padre pensó que era fantástico», cuenta su hijo.
Junto a dos familias amigas —los Prat y los Botet— decidieron intentarlo. En 1959, nació Caprabo, nombre formado con las primeras letras de los apellidos: Carbó, Prat y Botet. Fue el primer supermercado privado de Cataluña, ubicado en la calle Sant Antoni Maria Claret, con 400 m² de superficie. «Era como un hipermercado para la época», dice Pere.
El autoservicio causaba asombro: «Algunas esposas decían «¿pero cómo lo vais a dejar ahí, que la gente se lo lleva?». No se creían que iban a pasar por caja». Las esposas de los fundadores también jugaban un papel clave. «Ellas envasaban los productos en la trastienda, a mano, en bolsas de celofán».
La fórmula funcionó y llegaron más tiendas, primero en la calle Mandri y después en otros barrios. «Ni siquiera tenían salario al principio», señala Pere, destacando el esfuerzo colectivo. La confianza entre los socios era absoluta, y eso facilitó una expansión constante durante los años 60 y 70.
En 1980, Caprabo ya contaba con 20 tiendas y 500 empleados. La segunda generación, formada por los hijos de los fundadores, se fue incorporando de forma natural. «Todos habíamos trabajado desde jóvenes en la empresa, incluso en Navidad o verano, si querías una moto, había que ganársela», bromea.
Un crecimiento imparable
Los años 80 marcaron una transición importante: los fundadores dieron un paso atrás y la nueva generación tomó el control. «Todo se decidía por consenso, nos reuníamos los viernes a las seis de la tarde», explica Pere. A ese ritmo, Caprabo se consolidó como líder en Cataluña.
El crecimiento fue imparable: 2.500 millones de euros de facturación en 2007, más de 600 tiendas, 40 gasolineras y 19.000 empleados. Una trayectoria de éxito, pero también de reflexión. «Nos quedamos a mitad de camino entre los grandes y los regionales. El poder de compra marca la diferencia», señala Pere sobre la decisión de vender.
A partir de entonces, las tres familias fundadoras se transformaron en familias empresarias. A través de su sociedad Cabiedes, empezaron a invertir en activos inmobiliarios. «No hicimos nada durante dos años, hasta que vimos que la crisis remitía», señala.
Hoy, la tercera generación se está incorporando a la gestión del patrimonio familiar. «No tanto a la gestión operativa, que está profesionalizada, sino al gobierno y conocimiento de lo que tenemos», explica Pere. «Queremos que lo sepan valorar, porque al final será suyo».
Y cuando se le pregunta qué consejo daría a alguien que quiere emprender, Pere lo resume con la experiencia de quien ha vivido cada etapa: «El fracaso forma parte del aprendizaje. No pongas excusas, soluciona problemas. Rodéate de un buen equipo y, sobre todo, conoce tu mercado. Y ten claro en qué te diferencias».
