The Objective
Economía

España ya recauda como un país rico, pero su renta per cápita es inferior a la media europea

Según la Fundación Civismo, nos situamos por encima del promedio europeo en esfuerzo fiscal relativo

España ya recauda como un país rico, pero su renta per cápita es inferior a la media europea

María Jesús Montero.

Entre cotizaciones e impuestos, España recaudó alrededor de 140.000 millones de euros entre 2018 y 2024. Una recaudación tributaria récord que la Fundación Civismo ha analizado en La evolución de las cargas para los generadores de empleo en España 2000-2025. El Centro de Análisis de la Sostenibilidad del Modelo Económico (Casme) ha llevado a cabo este estudio bajo la dirección de Francisco Cabrillo, catedrático emérito de Economía Aplicada y Hacienda Pública de la Universidad Complutense de Madrid y expresidente del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid.

Desde esa perspectiva y apoyado en datos de la OCDE y de Eurostat —entre otras instituciones—, el informe plantea que, actualmente, España recauda como si fuera un país rico. Sin embargo, la renta per cápita de los españoles es entre un 15% y un 20% inferior a la media europea.

Según los últimos datos de Revenue Statistics de 2024 (OCDE) y Tax Revenue Statistics (Eurostat), la presión fiscal española alcanzó en 2023 el 37,3% del PIB, frente al 33,9% de la media de la OCDE y alrededor del 40% en la media de la Unión Europea-27. En términos comparativos, España se sitúa así claramente por encima del promedio de los países industrializados. Sin embargo, este miércoles, la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, señaló que todavía está por debajo de los grandes Estados europeos de alta tributación, como Francia (45,2%), Bélgica (44,8%) y Dinamarca (42,5%). El estudio de Cabrillo indica que «la diferencia con estos países se ha ido reduciendo de forma constante durante la última década, ya que en 2015 el diferencial superaba los seis puntos del PIB, mientras que hoy apenas ronda los dos o tres».

Casme incide en que este aumento se ha producido en un contexto en el que la renta per cápita española es aún un 15-20 % inferior a la media de la UE, lo que significa que el país recauda una proporción similar del PIB con una base de renta más baja. Dicho de otro modo, «el esfuerzo fiscal relativo de empresas y trabajadores españoles es superior al de otras economías europeas con mayor nivel de desarrollo».

El esfuerzo de empresas y de trabajadores

Más allá del volumen total —señala la Fundación Civismo a THE OBJECTIVE—, «la composición de los ingresos públicos explica buena parte de la carga efectiva sobre los generadores de empleo». España, en este sentido, «presenta una estructura tributaria muy centrada en el trabajo y el consumo, mientras que los impuestos sobre la propiedad o el capital tienen menor peso y una recaudación más volátil».

De ahí que las cotizaciones sociales sean el pilar del sistema, dado que representan aproximadamente un tercio del total de ingresos tributarios, una proporción superior a la media de la OCDE (26%). Este elevado peso implica que buena parte del esfuerzo fiscal recae sobre las empresas y los trabajadores asalariados. El ejemplo contrario es el de países como Irlanda o Países Bajos, donde las cotizaciones suponen menos del 20% del total, lo que reduce la carga directa sobre el empleo formal.

A esta elevada contribución —indica la Fundación Civismo— se suma la importancia de los impuestos sobre el trabajo, principalmente el IRPF y las cotizaciones, que además concentran gran parte del ajuste recaudatorio en periodos de consolidación fiscal. En cambio, los impuestos sobre el consumo (IVA e impuestos especiales), aunque relevantes, no destacan por su nivel de presión en comparación internacional: el tipo general de IVA en España (21%) es inferior al de economías vecinas como Francia (20% pero con base más amplia) o Hungría (27%), y su recaudación efectiva se ve limitada por exenciones, tipos reducidos y cierta economía sumergida.

En conjunto —observa el estudio supervisado por Francisco Cabrillo—, «la estructura española de ingresos se caracteriza por una fuerte concentración de la recaudación en el trabajo asalariado y el consumo, y por un menor peso de los impuestos de base amplia o menos distorsionantes. Esto significa que la presión fiscal agregada no solo ha aumentado, sino que lo ha hecho apoyándose en figuras que encarecen directamente la contratación y el mantenimiento del empleo formal, especialmente al sumarse al incremento de cotizaciones».

El esfuerzo fiscal

En términos operativos, según la metodología de los trabajos del Instituto de Estudios Fiscales (IEF) tratados por la Fundación Civismo, el esfuerzo fiscal se define como la relación entre la presión fiscal efectiva de un país y la presión fiscal «esperada» en función de su renta per cápita, estructura productiva y nivel de formalización económica.

Teniendo en cuenta este concepto, cuando el índice de esfuerzo fiscal supera el 100, «significa que el país recauda más de lo que cabría prever por su nivel de renta, es decir, que exige un esfuerzo relativo mayor a empresas y contribuyentes».

Bajo esta óptica, «España, con una presión fiscal próxima a la media de la Unión Europea, pero con una renta per cápita inferior (alrededor del 87% de la media UE-27), tiende a situarse de forma persistente por encima del promedio europeo en esfuerzo fiscal relativo. Es decir, España recauda como un país rico, pero con la renta de un país medio».

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