Mckinsey alerta de la dependencia energética de España: «Compra el 70% en el exterior»
«Las importaciones de energía disminuyeron en 2023, pero aún están lejos de la autosuficiencia», advierte la empresa
La consultora Mckinsey, que se ha mudado recientemente a un nuevo edificio que ocupa varias plantas en el centro de Madrid, presentó el martes un nuevo índice con el que busca fiscalizar la transición energética y sus objetivos, y este muestra ya algunas primeras conclusiones que se podrían calificar de pesimistas. Uno de sus datos más llamativos es la aún fuerte dependencia energética de España con respecto al exterior: «Las importaciones de energía disminuyeron en 2023, pero aún están lejos del objetivo de autosuficiencia (que es del 50% en 2030)».
El dato más llamativo que muestra la consultora es que el 70% de la energía se sigue importando desde el exterior. Las principales fuentes energéticas causantes de ese alto porcentaje son el petróleo y el gas natural. Mckinsey, por otro lado, está contando como generación propia la energía nuclear, una tecnología que en 2035 (en 11 años) dejará de funcionar en nuestro país y que hoy representa el 20% de la generación eléctrica.
Nuestro país se encuentra interconectado con otros cuatro: Marruecos, Argelia, Portugal y Francia. No hay que olvidar que España también exporta energía a través de estos países, aunque con limitaciones, sobre todo por la parte de los Pirineos. Aun así, cuenta con refinerías, terminales y regasificadoras para recibir otro tipo de fuentes energéticas del exterior.
La consultora critica el desarrollo en España de industrias incipientes, como los gases verdes. «La producción de moléculas renovables (biogás, biocombustibles y producción y capacidad de hidrógeno) está rezagada, a pesar del gran potencial de los proyectos en pipeline». Una realidad que compara con la situación de los vehículos eléctricos. «Su adopción está siendo lenta, por detrás del promedio de la Unión Europea y de la ambición para 2030».
Mckinsey quiso remarcar la situación que se vive en la industria automovilística, que es uno de los principales sectores de exportación en España. «En un contexto desfavorable, estamos fabricando alrededor de 250.000 vehículos menos que el promedio entre 2014 y 2019». Y concluyó de forma pesimista sobre la situación industrial en España. «El peso de la industria en la economía está lejos de alcanzar el promedio de la Unión Europea, y la proporción de empleos en el sector industrial sobre el total está por debajo de los niveles prepandémicos».
Hace unas semanas, la industria automovilística criticó el nuevo objetivo del Ministerio de Transición Ecológica con respecto a los coches eléctricos en España para 2030 y se quejó de que no les habían tenido en cuenta a la hora de dar la cifra. Después del Consejo de Ministros, Teresa Ribera desveló las cifras del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec), situando la previsión del número de vehículos eléctricos en 5,5 millones. Medio millón más que la última vez.
«A la velocidad que vamos, no vamos a cumplir los objetivos. Han aumentado en 500.000 vehículos con respecto al último plan, cuando apenas hay 400.000 turismos (camiones, coches, furgonetas) eléctricos a día de hoy. En 2024 acabaremos con otros 130.000 vehículos eléctricos aproximadamente. Pero para llegar al objetivo tendríamos que estar matriculando anualmente 800.000. Su plan es inviable porque sus números no dan», sentenciaron.
Defensa de la nuclear
En otro estudio de la consultora Mckinsey que recoge las perspectivas globales de 2024, se subraya el aumento de la demanda energética en los próximos años. Para ello ve en la energía nuclear un aliado. «La energía nuclear podría ser un motor clave de la descarbonización: prácticamente no emite carbono y, con el mismo nivel de inversión, genera más energía que la mayoría de las demás fuentes bajas en carbono. Además, la energía nuclear es firme, y los proyectos de energía nuclear de próxima generación, como los pequeños reactores modulares y los reactores de sales fundidas, demuestran que la nuclear es un motor clave de la descarbonización».
No obstante, la propia consultora en su informe reconocía que era difícil que esta tecnología pudiese colaborar en ese proceso por las fuertes críticas que recibe de algunos gobiernos y parte de la opinión pública. «A menos que se superen varios cuellos de botella políticos y cambie la opinión pública, la construcción nuclear llegará demasiado tarde para marcar una diferencia significativa en la transición energética. El crecimiento de la energía nuclear se prevé que sea casi nulo hasta 2050 debido a unos requisitos normativos más estrictos que los de otras fuentes de energía con bajas emisiones de carbono».