La misión imposible de Fainé: tomar Naturgy sin fondos árabes y dejar fuera a Moncloa
Criteria quiere mandar en la energética, IFM aspira a crecer y CVC y BlackRock mantienen su interés en vender
El 10 de junio la operación saltaba por los aires. El consejo de administración de la emiratí Taqa renunciaba a adquirir junto a Criteria el 100% de Naturgy, poniendo fin a meses de intensas negociaciones en Madrid, Abu Dabi, Barcelona y Londres. Una opa diseñada para contentar a todos los socios de la energética permitiendo que los fondos CVC y GIP pudiesen salir, que el brazo inversor de la Fundación La Caixa -y su presidente Isidro Fainé- asumiese el control y que se pacificara la compañía. Pero la operación se cayó a última hora dejando tras de sí un reguero de rumores y reproches cruzados.
La versión de Taqa es que tuvo desavenencias con Criteria para cerrar los últimos flecos del diseño del vehículo inversor que iba a realizar la opa de la gasista española, mientras que desde el entorno Caixa se dice que los emiratíes querían tener más poder que el acordado inicialmente en el pacto de gestión. La gobernanza ya estaba cerrada, pero los árabes quisieron una revisión de última hora que le otorgaba un mayor peso y la posibilidad de tener el control bajo determinadas condiciones. Un nuevo planteamiento que el propio Isidro Fainé rechazó personalmente y que desencadenó la decisión final de los emiratíes.
Las relaciones se deterioraron de manera acelerada esos últimos días al mismo tiempo que los fondos presentes en Naturgy intentaron remar a su favor. Muchos culpan a IFM -dueño del 15% de la gasista en ese entonces- de torpedear la operación para no quedarse en minoría ante una eventual toma de control de Criteria (con un 26,7%), con quienes tienen una pésima relación. El fondo dirigido en España por Jaime Siles puede articular alianzas puntuales con CVC (20%) y con Blackrock (heredero del 20% de GIP), pero un pacto Fainé-Taqa les hubiese dejado totalmente fuera de la gobernanza. Otro de los señalados fue CVC, a quien se le culpó de subir demasiado sus pretensiones económicas.
Taqa y Abu Dabi
Sin embargo, no hay que olvidar la parte más importante de esta ecuación: la influencia de La Moncloa en todos estos movimientos. en una Naturgy considerada estratégica en las relaciones geopolíticas con El Magreb. En el palacio nunca estuvieron de acuerdo con la entrada de los emiratíes, pese a que en público se mostraron equidistantes: «defenderemos los intereses de España», dijeron. Aunque en este tipo de operaciones, este interés casi siempre termina coincidiendo con el de Pedro Sánchez. La principal preocupación era que la entrada de Abu Dabi en el gasoducto que nos conecta con Argelia hiciera que se agravara la crisis con Argel. Un embrollo diplomático generado por el giro del presidente en el Sáhara Occidental, pero que en los últimos meses se ha comenzado a encarrilar.
La prioridad del Ejecutivo era no tener más problemas con Argelia y así se lo hicieron saber a Criteria en todo momento. La operación no sería vetada a priori, pero debía garantizar por encima de cualquier cosa que la española tuviese el control de Naturgy y que Taqa solo fuese un inversor financiero. Posición que los árabes se negaron a aceptar a última hora. Sin acuerdo en el reparto ni en la gobernanza y con el apoyo de Moncloa en mínimos, Fainé rechazó hacer el último guiño a los emiratíes y ordenó paralizar la operación, aunque oficialmente se conociese días después que era Taqa la que renunciaba. Una crisis que se resolvió en Barcelona, estalló en Abu Dabi y que hizo respirar con alivio al Gobierno en Madrid.
Este cúmulo de acontecimientos hizo volver todo a la casilla de salida. CVC quiere salir de Naturgy a un precio justo, Blackrock (antes GIP) quiere reducir su peso en la gasista e IFM quiere subir su participación hasta donde pueda. Pero estos últimos siguen enfrentados con Criteria, que a su vez mantiene su interés en ser el principal accionista. Una situación que en el medio y largo plazo llevará irremediablemente a enfrentamientos que podrían perjudicar la gestión de la compañía, sostenida hasta la fecha por Francisco Reynés. El CEO cuenta con el apoyo de Fainé, aunque con una mayoría débil que en cualquier momento podría caer si los fondos se unen en su contra.
Criteria y Naturgy
Una escenario que Criteria conoce y que se ha agravado tras las últimas informaciones que indican que en IFM están dispuestos a sellar pactos que le otorguen más poder de decisión. Esto ha supuesto que el equipo de Isidro Fainé, liderado por su consejero delegado Ángel Simón, lleve varias semanas buscando algún socio que permita reeditar una alianza similar a la que se estuvo a punto de cerrar con los emiratíes. «Criteria y Fainé van a por todas, su objetivo es completar la toma de control que no cerraron antes del verano», dice un asesor de empresas del Ibex que conoce los movimientos.
Y es verdad. La intención de Fainé es consolidar su influencia y cerrar todas las opciones a eventuales rebeliones. Pero una operación de este calado implica ahora aún más interrogantes que a comienzos de año. La primera es evidente, pero no menos importante: el dinero. Naturgy está valorada en 23.000 millones en bolsa y una eventual opa por el 100%, más prima, elevaría el coste total por encima de los 25.000 millones, lo que equivale a los activos que en estos momentos tiene en su poder Criteria. Dicho de otro manera, es imposible que el brazo inversor pueda acometer en solitario esta aventura y necesita obligatoriamente un socio que asuma una parte mayoritaria de esta factura.
Haciendo cálculos gruesos, los dos socios deberían tener al menos 14.000 millones que permitan adquirir las participaciones de Blackrock, CVC y los minoritarios, entendiendo que IFM no venderá su actual 16%. Cifras que solo están al alcance de fondos soberanos de países árabes, de China o de Norteamérica. Y es aquí donde tenemos el primer problema: Moncloa ha avisado a Criteria de que no aceptará una asociación con otro país árabe, precisamente para no generar problemas con Argelia. Esto frena todas las posibilidades de una región que en estos momentos es la única que ha demostrado voluntad real de invertir en el sector energético en España.
CVC y Blackrock
Solo queda China, que casi automáticamente queda vetada por las reticencias de Bruselas a realizar alianzas con grandes empresas de Pekín en sectores estratégicos: y Estados Unidos y Canadá, países cuyas empresas han reducido drásticamente su inversión en España en los últimos doce meses. Por otro lado, los grandes fondos estadounidenses -que no son partidarios de tomar participaciones de control en Europa- tienen aparcadas todas sus decisiones empresariales hasta no conocer el resultado de las elecciones presidenciales entre Kamala Harris y Donald Trump.
Un cúmulo de circunstancias que dificulta enormemente que Criteria selle una alianza similar a la que tuvo con Taqa. Pero esto no significa que no se sigan produciendo movimientos. CVC no renuncia a vender su 20% y la estrategia de Blackrock en todas las cotizadas españolas pasa por tener un perfil bajo y participaciones que no superen el 5%. En este sentido, su idea es vender en el corto plazo una buena parte del 20% que actualmente posee en Naturgy, hasta quedarse en torno al 7%. Esto implicaría sacar a la venta un 13% de la gasista, porcentaje vital para entender el futuro de la gobernanza de la compañía.
A precios de mercado actuales, esta participación tendría una valoración de unos 3.000 millones de euros, lo que reduciría de manera importante la factura para Criteria. El problema es que superarían el 30% y tendrían que plantear una opa por la totalidad. Aquí se abren opciones para IFM, que planteó en 2021 una opa por hasta el 23% del capital, pero que se quedó levemente por encima del 10%. Pese a las trabas que les impuso entonces el Gobierno, no renuncian a seguir creciendo y -de hecho- ha subido seis puntos su participación en los últimos tres años. No descartan nada, aunque se decantan más por un crecimiento escalonado.
La SEPI y Naturgy
En este punto aparece nuevamente la alargada sombra del Gobierno. El sueño de los asesores económicos de Moncloa es tener una participación en Naturgy -consejero incluido- al igual que ocurre en Telefónica. En términos prácticos, invertir 3.000 millones en la gasista sería difícilmente explicable, pero son montos asumibles (pagaron 2.300 para comprar el 10% de la teleco) y un 13%, o incluso un 10%, les permitiría tutelar cualquier guerra accionarial y tener un pie en una de las energéticas mejor valoradas en bolsa. No hay que olvidar que la compañía tiene muy buenos resultados: 22.600 millones de ingresos, 5.475 millones de Ebitda y 1.960 millones de beneficios anuales, además de una atractiva política de dividendos.
Hay quien cree incluso que cualquier movimiento de Criteria, ya sea en forma de compra de nuevos paquetes o de pacto con un gran inversor, podría darle a Moncloa el impulso necesario para lanzarse a esta aventura. Y es que las relaciones entre el principal inversor industrial de España y Pedro Sánchez han vivido una montaña rusa en los últimos meses. Se toleran, pero no confían ni un ápice el uno en el otro. Condenados a entenderse en Telefónica, Fainé mantiene en el aire su decisión de entrar en Talgo por su escasa rentabilidad y pese a las sugerencias que llegan desde Madrid. De momento, Sidenor, y probablemente la SEPI y el Gobierno vasco, se harán cargo de salvar al fabricante de trenes, tras el portazo a Magyar Vagon.
Fainé y Ángel Simón
En su último plan estratégico presentado en junio, Criteria refrendó su compromiso de convertirse en el mayor inversor industrial de España con el objetivo de que el valor bruto de sus activos se sitúe en los 40.000 millones de euros en el año 2030, por encima de los 39.000 millones de Blackrock en el Ibex (sumando Naturgy), los 27.000 del Estado con sus participaciones en empresas, a través de la SEPI y sociedades públicas y solamente por debajo de los 44.000 que tiene Pontegadea, la patrimonial de Amancio Ortega.
Un plan que tiene a Naturgy como uno de sus ejes, pero que podría complicarse si es que no logra resolver su situación de debilidad accionarial. Criteria no renuncia a ser el principal protagonista, e Isidro Fainé y Ángel Simón trabajan para dar solución al problema. No obstante, la inestabilidad de los fondos y las presiones del Gobierno convierten la tarea en una misión imposible que amenaza con estallar en el medio y largo plazo. Con todo, la lucha sigue abierta.