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Macroeconomía

Alarma en el Gobierno por la escasa influencia de Teresa Ribera en la Comisión Europea

La exministra está alejada de las grandes decisiones que se están tomando en el seno del Ejecutivo comunitario

Alarma en el Gobierno por la escasa influencia de Teresa Ribera en la Comisión Europea

Teresa Ribera, actual vicepresidenta ejecutiva para una Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea | Europa Press

El Gobierno no está contento con el escaso protagonismo de la exministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, como vicepresidenta de la Comisión Europea, según ha podido confirmar THE OBJECTIVE con fuentes conocedoras. En el Ejecutivo español había grandes esperanzas con la designación –que se hizo efectiva en enero de 2025– porque confiaban en influir de forma relevante en las decisiones clave del club comunitario. No obstante, casi diez meses después, la española no ha tenido el peso esperado en los grandes debates del continente.

El propio Pedro Sánchez -y el Ejecutivo al completo- se jugó buena parte de su prestigio para lograr la designación de Ribera. Tras la participación de Josep Borrell en la anterior legislatura como vicepresidente y Alto Representante de Asuntos Exteriores de la UE, el listón quedó muy alto, tanto en presencia pública como en peso específico. El también exministro llevó las riendas de las relaciones internacionales en momentos críticos como la covid o la invasión de Ucrania. Y superó el reto con nota, indican en Bruselas.

Por ello, la elección de Teresa Ribera no fue casual. Sánchez quería tener en la Comisión Europea alguien con el peso de Borrell, pero en asuntos económicos. Y la exministra de Transición Ecológica parecía la figura adecuada como ideóloga y portavoz de las bondades de España para construir una economía más verde. En momentos de plena guerra comercial con China, con un Donald Trump llegando a la Casa Blanca y con la necesidad de poner en marcha una revolución industrial en Europa, tener a una vicepresidenta en Bruselas era una oportunidad de un enorme potencial.

Agenda de Teresa Ribera

Tras muchas negociaciones a varias bandas, finalmente se eligió a Ribera como una de los seis vicepresidentes, a cargo de la cartera de Transición Limpia, Justa y Competitiva. Una noticia que en España se vendió como un gran triunfo de Pedro Sánchez; incluso se llegó a decir en las filas oficialistas que era la más importante de las vicepresidentas designadas. Cuando el nuevo Ejecutivo comunitario está a punto de cumplir el primero de sus cuatro años, el balance no es positivo: ni agenda verde, ni protagonismo.

La realidad es que ahora España tiene menos relevancia en la Unión Europea que la que tenía el año pasado con Borrell. Y hay varias razones que lo explican, pero una de ellas es la propia Teresa Ribera. En primer lugar, la comisaria nunca ha tenido responsabilidad en Competencia, ni en ningún tema económico e industrial que no tenga que ver con Transición Ecológica o con la importación de gas ruso, donde tampoco ha logrado sus objetivos. Su cambio de opinión respecto a la vida de las centrales nucleares no ha sido suficiente para lograr la confianza de la Comisión, y desde entonces no ha hecho más que perder perfil.

Con una agenda muy limitada y casi sin relevancia para la prensa internacional, sus mayores momentos mediáticos, con entrevistas y participación en foros, los ha vivido –paradójicamente– en España y no en Bruselas. No ha tenido gran interlocución con los foros internacionales, ni con grandes empresas del sector, ni menos con Gobiernos de la UE. Tampoco se ha involucrado realmente en los grandes debates como el aumento del ciclo de vida de los coches de combustión ni la seguridad energética del continente.

Fusiones en la UE

En este contexto, uno de los grandes objetivos del Gobierno de Sánchez para esta legislatura en Europa era flexibilizar el mercado de las fusiones para posibilitar la creación de los gigantes europeos españoles. Este diario ya ha hablado del interés de Moncloa por poner en marcha una gran compañía tecnológica a partir de sinergias entre Telefónica e Indra; incluso estuvo sobre la mesa una gran empresa de transportes con la unión de Renfe, ADIF y Talgo. Teresa Ribera era la encargada de facilitar este marco regulatorio.

Este medio ya ha señalado que en Bruselas se resisten a facilitar la normativa de fusiones, y quien ha cogido las riendas de todos estos procedimientos no ha sido Ribera, sino la vicepresidenta María Virkkunen, en su condición de comisaria para la Soberanía Tecnológica, la Seguridad y la Democracia. Ribera, por cierto, no ha participado en dicho debate.

En Bruselas existe la sensación de que Teresa Ribera sigue trabajando exclusivamente para España y para el Gobierno español, lo que ha generado cierta inquietud y resquemores en el entorno comunitario. Nadie oculta la cercanía de los comisarios con sus países, pero está muy mal visto que sigan teniendo una estrecha relación con el Ejecutivo de turno. Se considera que sus representantes deben trabajar por y para la UE y no para intereses políticos puntuales y concretos.

Sánchez y Von der Leyen

Por último, el distanciamiento de Úrsula Von der Leyen con Pedro Sánchez tampoco ha ayudado a que Teresa Ribera se consolide en la Comisión Europea. En los cuatro años anteriores, el jefe de Gobierno español y la jefa del ejecutivo comunitario cultivaron una de las relaciones más estrechas del continente, y eso ayudó a que España tuviera cierta relevancia en las decisiones. Los viajes de Von der Leyen a España eran frecuentes y las reuniones se contaron por decenas; pero con el nuevo equipo de comisarios todo cambió y la complicidad entre los dos se enfrió.

Von der Leyen entendió que no era positivo acercarse a un presidente del Gobierno cercado por casos de corrupción, al mismo tiempo que se comenzó a emitir una serie de advertencias a Madrid. En el primer semestre de este año se enmendó la política energética, se nos dio un correctivo sobre los compromisos de los Next Generation, España se quedó sola en su posición sobre el gasto en Defensa y se abrió un expediente comunitario por intervenir en la opa del BBVA y el Sabadell. Un contexto, desde luego, poco propicio para Teresa Ribera.

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