La entrada de una nueva teleco extranjera amenaza las fusiones en España
Telefónica, MasOrange, Vodafone y Digi miran de reojo la aparición de un nuevo competidor impulsado por Bruselas

Meinrad Spenger, CEO de MasOrange; Marc Murtra, presidente de Telefónica; y José Miguel García, CEO de Vodafone España. | Ilustración de Alejandra Svriz
Las telecos españolas siguen analizando opciones para abordar integraciones que reduzcan el número de competidores para racionalizar los precios y mejorar sus márgenes y su rentabilidad. Sin embargo, en el sector existe el temor que esta reestructuración del mercado salte por los aires si en medio de estos movimientos aparece un nuevo actor, un inversor industrial que se quede con los activos que las compañías fusionadas tengan que ceder para cumplir con las trabas regulatorias de la Comisión Europea. Una «amenaza fantasma» que podría condicionar futuras operaciones.
Diferentes bancos de inversión que están siguiendo los movimientos en el mercado de las telecomunicaciones local indican a THE OBJECTIVE que hay un riesgo real de que este actor industrial irrumpa en España si los remedies (activos que las empresas fusionadas deberían ceder para no distorsionar el mercado de la competencia) son lo suficientemente atractivos. Un nuevo actor que utilizaría esta infraestructura adquirida, a un precio muy por debajo del mercado, para montar una nueva operadora.
De hecho, estos inversores apuntan a Iliad como uno de los potenciales interesados. La operadora tiene fuertes intereses en Francia (participa junto con Orange y Bouygues en la oferta para adquirir SFR por 17.000 millones de euros) y en Italia, donde en 2023 presentó una oferta fallida para hacerse con Vodafone. Es una compañía con afán de crecimiento y en alguna oportunidad ha manifestado su interés de expandirse fuera de sus actuales mercados, sin descartar a España como uno de sus potenciales objetivos.
La opción de Iliad
Si la sensibilidad de la Unión Europea no cambia —y si nos guiamos por las últimas operaciones aprobadas en el sector como la joint venture de Orange y MásMóvil— Iliad sería el candidato idóneo para asegurar la competitividad en España. Permitiría la creación de un nuevo operador, con músculo industrial y capacidad financiera y de inversión, para seguir presionando a la baja los precios del mercado minorista.
El problema es que un movimiento de estas características devolvería al mercado español al punto de partida. El objetivo de las fusiones es precisamente reducir el número de actores; en el caso español, para pasar de cuatro grandes compañías a tres, algo similar a lo que se está negociando en Francia. Pero si, a propósito de estas mismas operaciones, nace un nuevo operador industrial igual o más fuerte que los que se han integrado, todo este proceso sería completamente inútil y daría paso a una nueva guerra comercial reforzada que continuaría haciendo perder valor al sector.
Un problema que parece no tener solución. El presidente de Telefónica, Marc Murtra, puso el foco en las fusiones en España en la Junta de Accionistas de la operadora de abril de este año indicando que serán protagonistas y que —cuando la regulación europea lo permita— quieren están en primera línea y ser consolidadores… y no consolidados. A partir de ahí, han corrido ríos de tinta sobre la posibilidad de que se integre con Vodafone, actualmente en poder de Zegona.
Telefónica y Vodafone
Efectivamente, hay acercamientos y es una operación apadrinada por el Gobierno (en su condición de dueño del 10% a través de la SEPI) para que Telefónica se convierta en una de las cuatro grandes telecos del continente junto a British Telecom (Reino Unido), Deutsche Telekom (Alemania) y Orange (Francia). Hay voluntad compradora y —con matices y una valoración al alza de Zegona— también hay voluntad para vender.
Pero el gran problema es precisamente Bruselas. Su actual regulación penaliza fusiones, y más si involucran a los líderes de cada mercado. Todos los analistas que han estudiado la operación creen que una fusión entre Telefónica y Vodafone debería sortear un largo proceso en la UE y afrontar una gran cantidad de remedies para salir adelante. Unos activos que —además de quitar valor a las sinergias— engordarían a un nuevo actor, sea un operador recién llegado o uno que ya esté en España como Digi.
Tendrían serios problemas de integración en sus redes fijas y móviles y el enorme peso de la compañía resultante, con una facturación conjunta a cerca de 14.000 millones (el doble que MasOrange) y el 50% del mercado residencial, sería difícil de digerir. Un liderazgo casi inalcanzable para la empresa francesa (que se quedaría con un 40%) y dejaría a Digi con solo el 11% de cuota y un 3% del espectro móvil. Demasiado pequeña para garantizar la competitividad en España, al menos como la entiende la UE.
Vodafone y MasOrange
Esto ha hecho que los inversores piensen en que una integración entre Vodafone y MasOrange tenga más sentido industrial. Pese a que tendrían una cuota de mercado muy elevada en abonados (68% en móviles y 50% en fijo), registraría un ingreso similar al de Telefónica (10.000 millones). Y las sinergias de sus redes serían mucho mayores. Ya comparten red fija con la FiberCo Surf con la que quieren cubrir 11,5 millones de hogares; y su red móvil en poblaciones de hasta 175.000 habitantes. Además, a partir de 2028, Zegona podría migrar sus antenas a las torres de Totem, la TowerCo de Orange.
Esto abriría la puerta a que Telefónica explore la vía de Digi, mucho menos onerosa, con más sinergias y sin demasiadas trabas de Bruselas. La primera es el proveedor mayorista de la segunda en redes móviles, lo que facilitaría la integración y podría mantener la marca como enseña independiente, pero con una política de precios más racional y sostenible. No sería una compra para crecer en clientes, sino para garantizar estabilidad y control del mercado.
Es verdad que las dos operaciones estarían sujetas a desprenderse de activos —más MasOrange que Telefónica— aunque esto minimizaría la irrupción de una nueva gran teleco como Iliad, que si entra, sería el tercer gran actor. Por el contrario, si una de estas dos operaciones falla, todo se complicaría, ya que cuatro actores seguirán repartiéndose el mercado sin ningún incentivo para racionalizar precios.
Fusiones de telecos
Con todo, las telecos siguen dando pasos para una eventual ola de fusiones. Esta semana se conoció que Telefónica y Vodafone ultiman la entrada de Axa Investment Management en su joint venture de fibra, Fiberpass, con un 30% del capital. Con ello, Zegona completaría la venta de sus dos operaciones en redes, tras lograr la entrada de GIC en su otra FiberCo con MasOrange. Unos recursos que le permitirán pagar el préstamo a Vodafone Reino Unido y tomar todo el control de la compañía española. El proceso debería quedar zanjado en mayo del próximo año, el último requisito para poder negociar con manos libres una integración.
Por su parte, Orange ya está cerrando la compra del 50% que no controla de MasOrange y espera tener todas las autorizaciones a mediados del próximo año. Aunque antes deberá resolver la adquisición en Francia de SFR, donde debería desembolsar unos 5.000 millones. En el caso de Telefónica, está centrada en reforzar su disciplina financiera y reducir su deuda para estar preparada cuando comience esta ola de fusiones; y confía en que la UE flexibilice las condiciones en los próximos meses. Finalmente, Digi prepara su salida a bolsa en España, lo que a medio plazo también podría empujarles a buscar integraciones.
