THE OBJECTIVE
Matias Costa

Abstracción

Es difícil creer hoy día en la política, es un ejercicio de abstracción continuo y demanda una confianza que pocas veces es compensada con hechos. Mucha gente prefiere a alguien que les mienta como todos los demás pero que mantenga el circo abierto

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Abstracción

Es difícil creer hoy día en la política, es un ejercicio de abstracción continuo y demanda una confianza que pocas veces es compensada con hechos. Mucha gente prefiere a alguien que les mienta como todos los demás pero que mantenga el circo abierto

La abstracción es un difícil ejercicio que la mayoría no tiene tiempo de practicar. Pero la capacidad de sustraernos de la realidad inmediata es el único modo de comprender y asimilar fenómenos naturales como los agujeros negros, el calamar gigante o el apoyo popular a Silvio Berlusconi, algo absolutamente inexplicable si tenemos en cuenta su espeluznante historial como empresario y político. Berlusconi ha engañado, robado, amañado juicios, elaborado leyes para su beneficio personal y organizado fiestas con prostitutas menores de edad, por mencionar solo algunos de sus delitos documentados. ¿Por qué lo votan? Sin duda Berlusconi conecta con esa gran masa desafectada de la política tradicional. Mientras que los políticos clásicos tienen una personalidad para la vida pública y otra para la privada, que solo llegan a mezclarse cuando se queda un micrófono abierto o unos papeles mal guardados salen a la luz, Il Cavagliere es el mismo en todas partes, orgullosamente zafio e inmoral, utiliza como arma electoral todo aquello que otro político trataría de ocultar de su biografía. Es grosero, irresponsable, imprudente, sarcástico, machista y desleal, y sin embargo muchos italianos lo adoran. Quizá esto sea posible por el fallo continuado de la política como sistema de participación de la sociedad en el gobierno, por la traición de la clase política a la ciudadanía, por el vaciado sistemático de legitimidad en todas y cada una de las instituciones públicas, en fin, por hartazgo.

Es difícil creer hoy día en la política, es un ejercicio de abstracción continuo y demanda una confianza que pocas veces es compensada con hechos. Mucha gente prefiere a alguien que les mienta como todos los demás pero que mantenga el circo abierto y el entretenimiento asegurado. Se inclinan por una figura arrolladora que les habla a los jueces y políticos como a ellos mismos les gustaría hablarles. Incluso los escándalos sexuales de Berlusconi son parte del marketing, cada vez que aparece en la tv con una joven sonriente y ligera de ropa sube su aceptación popular. Puestos a abstraerse, muchos prefieren fantasear con el “bunga-bunga” que tratar dar crédito a lo que dicen los demás políticos.

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