Abuelos
«Mis abuelos no eran como los viejos a los que solía ver en ese banco, mis abuelos eran mucho más jóvenes y simpáticos»
En Ejulve, el pueblo de mis abuelos, había un banco en el paseo que iba por detrás de San Pedro que se llamaba (y se llama) el banco de los abuelos. Por supuesto, durante un tiempo indefinido, larguísimo para mi mente de niña, unas semanas en la vida real, creí que era el banco de mis abuelos. Y me parecía de lo más normal que mis abuelos, que eran los mejores abuelos del mundo, obviamente, tuvieran un banco en su honor en su propio pueblo. Y eso que mi abuelo en realidad no era de Ejulve Ejulve, sino de la masada Azcón, término municipal de Ejulve, sí, pero masovero. Cuando se deshizo el malentendido, en mi cabeza no cambió mucho: mis abuelos seguían siendo los mejores del mundo.
De hecho me pareció más lógico porque mis abuelos no eran como los viejos a los que solía ver en ese banco, mis abuelos eran mucho más jóvenes y simpáticos y cocinaban mejor y construían mejores cosas y hacíamos experimentos en la bañera y tenían una combinación estupenda de amor y disciplina y de capacidad lúdica y de enseñanza. A mis abuelos gallegos los veía mucho menos y no terminábamos de tener una relación de confianza, no sé si por las dificultades de comunicación (y aquí no era tan importante el idioma como el código) o porque habríamos necesitado más tiempo.
Ahora mis padres son abuelos, de cinco nietos de entre 7 y 2 años, y son abuelos jóvenes –no tanto como muchas de las abuelas que salen en algunos de los cuentos de Madres, avisad a vuestras hijas, de Bonnie Jo Campbell. Tal vez por eso, mis hijos no les llaman abuelos, sino por su nombre. Esos cinco niños disfrutan además de mi abuela, que es la abuelabis para ellos, y que es para ellos una abuela abuela, viejita: acaba de cumplir 91 años. Anda un poco desmemoriada, o mejor dicho, le falla la memoria a corto plazo, así que nos pregunta muchas veces lo mismo. Suelen ser cosas que ella se fija como hitos: la llegada de un hijo, el traslado veraniego al pueblo, etc. También anda muy deshinibida y está muy graciosa, y charla más y nos cuenta cosas del pasado. Ahora, por ejemplo, presume de sus pinitos como actriz en el pueblo. Hacía de protagonista y mi abuelo de galán y el romance en el escenario se trasladó a la vida real. También cuenta chistes, hace bromas e incluso recita algún trabalenguas que repite la palabra mierda muchas veces. Canta canciones antiguas y le para los pies a mi hijo mediano cuando se pone tirano; cuando está cariñoso, se lanza sobre ella y a mí me da miedo que le haga daño. Entonces ella le explica suavemente que es viejita y que le puede hacer daño. Creo que mi hijo aún no entiende eso, o puede que piense, como me pasaba a mí, que sus abuelos son superhéroes, y eso incluye a la abuelabis.