THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Dame un título para una novela

«ChatGPT no acabará con los escritores; quizá sí con los más mediocres. Para los que consideran que lo más importante es la trama puede ser una amenaza real»

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Dame un título para una novela

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Hace un año, tuve una crisis creativa. Había casi terminado de escribir un libro sobre mi padre que me había mantenido ocupado casi tres años, pero no tenía título. Los títulos son mi talón de Aquiles, también en mis artículos. Si no me surgen antes o durante la escritura, difícilmente me sale uno bueno tras haber terminado. Durante semanas, incluso meses, iba apuntando ideas en una pizarra magnética que tenía en el frigorífico. Ninguna era buena. Hoy siguen escritas algunas, que casi me da vergüenza reproducir. «Mi padre ayer y hoy» (?). «El padre ayer y hoy» (??). «Mi padre ayer, mi padre hoy» (???). Y luego una cita de William Wordsworth que acabé incorporando al libro: «El niño es padre del hombre». Esta sí era una buena frase, pero ¿qué podía hacer con ella? Pensaba que haciendo una especie de tormenta de ideas me surgiría algún título, pero no fue así.

Consulté a varios amigos. Su aportación fue generalmente satírica. «En el nombre del padre». «Ser padre hoy», «Papá Johns: Polonia» (mi padre nació cerca de Danzig, hoy Gdansk, en el norte de Polonia). Entonces recurrí a ChatGPT. Le di una breve sinopsis y le pedí títulos. Como era de esperar, eran horribles. «Tiempos distintos, una misma vida: la historia de mi padre», «Más allá del padre: la vida de una persona multifacética». Eran muy ensayísticos, en un formato muy anglosajón, todos con subtítulos. Le pedí algo más literario. «El eco de la ausencia», «Un latido en la eternidad», «Laberintos del corazón». Llegó incluso a jugar, sin saberlo, con mi apellido: «Identidad en duda». Al final, me quedé con un sencillo Mi padre alemán.

Recientemente el escritor argentino Patricio Pron se enfrentó a ChatGPT en un experimento de la UNED que consistía en dar título a 30 películas y escribir 600 palabras sobre cada una de ellas. La diferencia entre uno y otro es enorme. Algunos de los títulos de Pron eran Después de todo lo que casi hice por ti, Enfermedad mental tres días a la semana, La mujer lego y Escoge una carta cualquiera. No, esa no, otra. No me entusiasman, pero se nota un estilo y una impronta. Pron ha escrito libros con títulos como El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, La naturaleza secreta de las cosas de este mundo o La vida interior de las plantas de interior. Las propuestas de ChatGPT, en cambio, no son muy diferentes a las que me dio a mí. Fragmentos de un ayer invisible, La ciudad invertida, La melodía olvidada, El último vuelo de la mariposa y Huellas en el mar de arena. Según los expertos convocados por el estudio, Pron «ganó en todas las categorías previstas, sobre todo en creatividad y voz propia, pero también en estilo original y atractivo».

El experimento se planteó como una especie de Kasparov vs. Deepblue, la célebre partida entre el jugador de ajedrez y la supercomputadora de IBM, una comparación no del todo acertada. Porque la victoria de Deepblue sobre Kasparov no está sujeta a interpretación. El resultado es inapelable. En el caso de Pron vs. ChatGPT, la victoria es más relativa. A mí me queda claro que los títulos del escritor son mejores que los de la máquina. Pero habrá gente que discrepe. La ciudad invertida, uno de los títulos elegidos por ChatGPT, no es tan malo: parece una novela de Dino Buzzati o incluso un relato de Borges. Y el título Escoge una carta cualquiera. No, esa no, otra me parece flojo. Donde posiblemente no hubo dudas fue en el desarrollo escrito de esos proyectos. 

«Para no parecer un robot, un escritor deberá esforzarse por evitar más aún los lugares comunes, los clichés, las tramas manidas»

ChatGPT no acabará con los escritores; quizá sí con los más mediocres. Para aquellos que consideran que lo más importante de una historia es su trama, y todo aquello que no «avanza la trama» es considerado superfluo, ChatGPT puede ser una amenaza real. Es una herramienta estupenda para desarrollar premisas (se me ocurren muchos autores cuyo principal potencial es una premisa interesantísima y un desarrollo de ella mediocre), pero no para hacer una prosa que tenga un atractivo más allá de la trama. Es posible incluso que ChatGPT tenga una función higiénica de la escritura. Para no parecer un robot, un escritor deberá esforzarse por evitar más aún los lugares comunes, los clichés, las tramas manidas, los personajes unidimensionales. La IA, al fin y al cabo, es sobre todo un agregador de lo ya escrito. Y lo que más abunda es mediocre.

En el futuro cercano, igual que se romantizará y fomentará el mundo analógico como respuesta al aceleracionismo de las redes y el déficit de atención, quizá tenga un valor de culto el contenido humano, que tendrá un morbo parecido al que tienen hoy las historias basadas en hechos reales. ¿De verdad eso le pasó a alguien? ¿De verdad esto lo escribió un ser humano, y sufrió y procrastinó y se deprimió y perdió peso al crearlo?

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