THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Atención, atención

«Quizá la manera de recobrar la atención perdida es dejar de pensar que nuestro yo auténtico, una idea muy romántica, está fuera de internet»

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Atención, atención

Ilustración de Alejandra Svriz.

Hace un año, Elon Musk concedió una entrevista a la cadena de televisión estadounidense CNBC. El entrevistador le preguntó por qué estaba constantemente tuiteando cosas como «George Soros odia a la humanidad» (Soros es un filántropo progresista que se ha convertido en la bestia negra de la ultraderecha). Soros respondió con una referencia cinematográfica: «Hay una escena en La princesa prometida –gran película– en la que el protagonista se enfrenta a la persona que mató a su padre. Y dice: ‘Ofréceme dinero. Ofréceme poder. No me importa’… Diré lo que quiera decir, y si la consecuencia de ello es perder dinero, que así sea».

Musk se gastó 44.000 millones de dólares en comprar Twitter, que pasó a llamarse X. Una evaluación reciente llegó a la conclusión de que su valor es ahora de unos 15.000 millones. Musk quemó 30.000 millones de dólares en apenas un par de años. Y le da igual. Lo que estaba comprando era atención. Por eso dijo que si la consecuencia de poder decir lo que quisiera era perder dinero, que así fuera.

La atención es la gran materia prima de nuestra época. Como dice el periodista Chris Hayes, que acaba de publicar el libro The Siren’s Call: How attention became the world’s most endangered resource (El canto de las sirenas: Cómo la atención se convirtió en el recurso más amenazado del mundo), «todos y cada uno de los aspectos de la vida humana, en todas las categorías de la organización humana, se están reorientando en torno a la búsqueda de la atención. Ahora es el recurso que define nuestra era».

En realidad no es una tesis nueva. Pero Hayes se hace una pregunta muy inteligente. Sabemos a lo que le estamos prestando atención. Por ejemplo, a Instagram. Pero, ¿a qué queremos prestar atención? Porque está claro que, aunque estemos enganchados a las redes sociales, da la sensación de que no es a lo que queremos prestar atención realmente: la queja de «ya no puedo leer libros largos», por ejemplo, es muy constante a mi alrededor. «Si no tuviéramos todas las tecnologías y empresas compitiendo por nuestra atención, si nuestra atención no estuviera siendo mercantilizada y extraída, ¿a qué elegiríamos prestar atención?», se pregunta Hayes. «Si tuvieras pleno poder sobre tu propia atención, una especie de hiperfocalización al estilo X-Men que pudieras, a voluntad, dirigir siempre hacia lo que quisieras, durante el tiempo que quisieras, ¿qué harías con este superpoder?»

«¿Qué buscaría si internet y las redes no estuvieran constantemente peleándose por mi atención?»

Hayes no responde a esta pregunta. Tengo la sensación de que leemos menos, pero no menos de lo que pensamos. Hace ya casi una década, un periodista del medio especializado en tecnología The Verge escribió un artículo sobre su experiencia viviendo sin internet durante un año. Era 2013: todavía existía Tuenti e Instagram era una cosa muy diferente. Y TikTok ni siquiera se había creado. El periodista, Paul Miller, abandonó internet con la idea de que podría concentrarse realmente en lo que quería. Y se dio cuenta, como escribe en el artículo, de que su procrastinación simplemente se modificó: «Abandoné mis hábitos positivos offline y descubrí nuevos vicios offline. En lugar de convertir el aburrimiento y la falta de estímulos en aprendizaje y creatividad, me dediqué al consumo pasivo y al retiro social […] Mi plan era salir de Internet y así encontrar al ‘verdadero’ Paul y entrar en contacto con el mundo ‘real’, pero el verdadero Paul y el mundo real ya están inextricablemente unidos a Internet».

De nuevo, esto lo escribió hace 12 años. Hoy esa conexión internet-persona es aún más profunda. Quizá la manera de recobrar la atención perdida es dejar de pensar que nuestro yo auténtico, una idea muy romántica, está fuera de internet, y seguir haciéndonos la pregunta de Hayes: ¿qué buscaría si no tuviera estos estímulos, si internet y las redes no estuvieran constantemente peleándose por mi atención? Y entonces ir en busca de eso…con el móvil en la mano.

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