Carlos Falcó, el renovador del vino español
«De una antiquísima familia noble, este grande de España innovó desde siempre, no contentándose con ser gran terrateniente como sus antepasados, sino marchando a formarse como ingeniero agrónomo en Estados Unidos»
Carlos Falcó, marqués de Griñón, que ha fallecido a los 83 años como una víctima más de esta terrible pandemia de coronavirus[contexto id=»460724″], era un personaje legendario de la prensa del corazón. Pero su gran legado lo deja en otro terreno de menos glamour, en la tierra misma, en la tradición milenaria del vino y la viticultura en España.
De una antiquísima familia noble, este grande de España innovó desde siempre, no contentándose con ser gran terrateniente como sus antepasados, sino marchando a formarse como ingeniero agrónomo en Estados Unidos, en la Universidad de California-Davis, uno de los grandes centros de enseñanza de la viticultura y la enología, junto a la de Burdeos. Unos años más tarde, en las tierras que su familia –desde el siglo XIII- tiene en Malpica de Tajo (Toledo), creó una finca vitícola, como los domaines franceses, que revolucionó ese sector en España.
Hasta el último cuarto del siglo XX, el vino lo hacían en España las bodegas, comprando a viticultores gran parte de las uvas que empleaban –o su totalidad-, un sistema nacido siglos antes en el marco de Jerez. El ‘pago’ de origen romano, la finca que produce su propia uva y la vinifica, fue la tradición francesa y alemana, así como del norte de Italia, pero no la española. Hasta la más histórica de nuestras fincas, Vega Sicilia, se aprovisionaba en buena parte fuera de sus propias viñas.
Carlos Falcó no sólo recreó el pago, sino que lo hizo fuera de las zonas vitícolas famosas. Y eso, unido al legendario encanto y poder de persuasión del marqués, fue lo que a partir de 1980 convenció a muchos seguidores fuera y dentro de esas zonas de hacer lo propio. Hoy son cientos los pagos vitivinícolas en España, una treintena de los cuales están agrupados en la asociación que Falcó fundó en 2000, primero en las dos Castillas –con pagos situados incluso fuera de las denominaciones de origen existentes- y luego a escala nacional: Grandes Pagos de España.
Como algunos otros, el marqués también innovó importando algunas castas de uva de Francia, pero sin duda la estrecha vinculación del vino con un pequeño territorio –el terroir o terruño de los franceses- es lo que le confiere una personalidad más definida. La variedad y la personalidad de los vinos españoles de 2020 empezaron a definirse con la iniciativa de Carlos Falcó y de sus vinos del Dominio de Valdepusa cuatro decenios antes. Un legado impresionante.