THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Dinamita de afectos y energía

Navesh Chitrakar nos trae una imagen tierna, intensa. En la aldea de Gokarna, Katmandú, el mágico Nepal, dos troncos de árbol y dos abrazos de pieles negras, con manos pugnaces que adivino jóvenes, y con sus camisas blancas de la esperanza.

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Dinamita de afectos y energía

Navesh Chitrakar nos trae una imagen tierna, intensa. En la aldea de Gokarna, Katmandú, el mágico Nepal, dos troncos de árbol y dos abrazos de pieles negras, con manos pugnaces que adivino jóvenes, y con sus camisas blancas de la esperanza.

Navesh Chitrakar nos trae una imagen tierna, intensa. En la aldea de Gokarna, Katmandú, el mágico Nepal, dos troncos de árbol y dos abrazos de pieles negras, con manos pugnaces que adivino jóvenes, y con sus camisas blancas de la esperanza. Vemos a dos, pero eran dos mil, cada uno atrapado a un árbol, durante dos minutos, en reivindicación amorosa del medio ambiente. Abrazos que sueño sinceros, de esos abrazos en los que cabe una vida, en los que se retienen dos corazones palpitantes y revoltosos.

Podría contaros los abrazos de hoy, o de ayer, o de mañana, y quizá no me creeríais. De los que no olvidas, porque son abrazos del cuerpo y el alma. Adoro esos abrazos, porque me hacen sentirme a salvo de cualquier tormenta. Porque son abrazos del cuerpo y del alma, como imagino los de la foto. Abrazos de quien te dibuja un foulard que se te anuda al cuerpo y sabe darlos con la ternura y la dulzura de su alma. Abrazos que desde el corazón te dispara dinamita de afectos, emociones, ternura, pasión, estímulos, energía y complicidades mágicas.

La defensa de nuestra naturaleza, de la tierra que habitamos, es asunto al que solo unos pocos prestan la atención que se merece. Y he percibido tierna, inteligente y amorosa esta batalla reivindicativa con los abrazos por bandera. O cuidamos nuestra casa, y nos abrazamos, o estamos perdidos perdiendo el norte.

Y, como escribo ahora al vuelo de un ave que surca la tierra a ras en alta velocidad y por las ventanas corren raudas imágenes que me hacen sentir melancólicamente feliz, recuerdo a Antonio Gala cuando reivindicó que «ningún juez declare mi inocencia, porque en este proceso a largo plazo, busco solo la condena a cadena perpetua de tu abrazo». ¡¡¡ Ay, los abrazos !!!

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