THE OBJECTIVE
Victoria Carvajal

El coronavirus y sus complicaciones económicas

«Aparentemente el covid-19 se comporta de forma similar a cualquier otro virus de gripe común en lo respecta a sus síntomas. Es su rápida capacidad de propagación lo que genera la alarma»

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El coronavirus y sus complicaciones económicas

Aparentemente el covid-19[contexto id=»460724″] se comporta de forma similar a cualquier otro virus de gripe común en lo respecta a sus síntomas. Es su rápida capacidad de propagación lo que genera la alarma. De un caso mal diagnosticado en Italia, ¿se han declarado casi 300 en menos de una semana? También su mortalidad es superior, dicen los expertos: del 0,1% al 0,4% en los casos de la gripe normal, que afecta a mucha más población y por lo tanto hay más muertes por su causa, el dichoso coronavirus mata a entre el 1% y el 2% de los infectados. Un porcentaje diez veces mayor. Una cifra alarmante pero que dista del 10% de vidas que se cobraba el SARS a los afectados hace dos décadas. Frente a las posibles complicaciones médicas, que afectan sobre todo a la población más vulnerable, como es desgraciadamente habitual en la gripe común, las económicas no parecen estar tan acotadas, como demuestran las estrepitosas caídas de todas las bolsas del mundo en los últimos días, comparables a las que provocó el colapso de Lehman Brothers 2008, detonante de la última gran crisis financiera mundial.

La duración de la epidemia marcará el daño que sufra una economía mundial, ya amenazada por varios frentes y con una capacidad de respuesta limitada.

28 días. Ese es el plazo que han establecido las autoridades chinas para declarar que la epidemia se ha controlado. 28 días sin nuevos contagiados. Eso en China, el foco de la epidemia. Pero el virus ya ha saltado a una tercera parte del mundo y tendrá que pasar el mismo tiempo a su tiempo. ¿Cuánto tiempo ha de pasar para dar por controlada la enfermedad? ¿Uno, dos, tres, cuatro meses?

En Corea del Sur, el país en Asia aparte de China con el mayor número de casos, que se ha multiplicado por tres en una semana, hasta llegar a los 1.766. Japón, cuya economía retrocedió un 6,5% en el último trimestre, le sigue en esa cuenta, y ha cerrado escuelas y reducido la actividad en las fábricas y crecen las dudas sobre si podrá los Juegos Olímpicos este año en Tokio. Irán, régimen autoritario y enemigo de la transparencia, es quizás el más preocupante foco en la región. Un dato revelador: el viceministro de Salud salió sudando copiosamente en la rueda de prensa para informar sobre lo que estaba pasando y fue internado por coronavirus pocas horas después. ¿Y en Europa? Italia se lleva la palma. Y si el virus está en Italia, con el libre tránsito de viajeros en el espacio Schengen, no es de extrañar que siga imparable su expansión por Europa.

Volviendo a las consecuencias económicas: el virus tiene efectos por el lado de la oferta y la demanda. Para empezar, un dato: China, cuando se vio afectada por el SARS en 2003, representaba el 4% del PIB mundial. Hoy supone el 16%. Así que por el lado de la oferta; el cierre de su actividad económica significa que todo el resto de fabricantes internacionales que dependen del suministro de componentes se van a ver afectados en su producción y facturación. La surcoreana Hyundai o las británicas Jaguar y Land Rover ya han avisado de que dejarán de tener componentes en dos semanas y no podrán cumplir con sus entregas. Nissan, PSA, Honda, General Motors están en una situación parecida.

Las grandes empresas tecnológicas estadounidenses también verán limitada su capacidad de fabricar sus productos, a pesar de los ilusorios esfuerzos de Donald Trump por repatriar toda la cadena de producción de las empresas americanas para Make America Great Again. Apple en EEUU ha admitido que sus productos se verán afectados si la situación se prolonga. Hasta el punto de que Tim Cook, el nuevo presidente ejecutivo de la compañía, anunció en un tweet reciente que la compañía haría donaciones a las personas que en el territorio chino estuvieran ayudando a los afectados por el virus. Una de las virtudes de la globalización (y sus intereses)… Otro sector afectado es el de las energías renovables, muy dependientes tanto de la producción de componentes en China como del consumo del gigante asiático.

¿Quiere decir esto que subirán los precios porque la oferta se verá restringida? No, si la interrupción del suministro es temporal. Y en cualquier caso, nada tiene que ver con la crisis de la oferta de petróleo a principios de los 70 que sumió al mundo en recesión y disparó la inflación y el desempleo. Ahora lo que no hay es inflación y la subida de precios si se prolonga la situación vendrá de parte de bienes que son más o menos prescindibles. No del encarecimiento de una materia prima como el petróleo, que de hecho por la bajada de la demanda de las economías asiáticas dependientes del mismo ha sufrido una caída de más del 10% en su precio. Así que el miedo a una estanflación (estancamiento económico e inflación) está por el momento descartado.

Veamos por el lado de la demanda: el sector del lujo, cuya facturación depende en un 30% de las compras de China, en su mercado interior y de sus viajeros al exterior, se está viendo afectado. Para dar cuenta de lo que representa la interrupción del consumo chino: en 2018 el mercado del lujo creció un 5% hasta alcanzar la cifra de 1,3 billones de euros (algo más que el PIB anual de España) y los clientes chinos supusieron un 90% de ese crecimiento. El coronavirus ya está teniendo un impacto negativo en su demanda. Todas las compañías de lujo cotizadas en los mercados bursátiles han caído entre alrededor del 10% o más.

Otra industria afectada: las aerolíneas. Easyjet se ha desplomado un 17%, Ryanair, un 15%, Air France/KLM un 8%, British Airways, un 10%. Los Emiratos Árabes Unidos han suspendido sus vuelos a Irán. Bahrain a Dubai, el gran centro de distribución de viajeros de Oriente Medio destinados a Asia o a África.

La banca es otro de los sectores más sensibles a la reducción de las perspectivas de crecimiento. En España, el Ibex se ha visto lastrado por este sector y la Bolsa ha caído más de un 10% esta semana. Muchos de los grandes bancos internacionales han extendido sus operaciones a China en los últimos años. Así que las bolsas de todo el mundo se ven afectadas por culpa de este sector y de todos los vulnerables a la crisis de la economía china. Y una declaración de pandemia por parte de la OMS, que de momento ha sido descartada pero no del todo, sólo empeoraría esta situación.

La peor parte en Europa se la lleva de momento Italia. Una economía que lleva tratando de eludir la recesión en el último año, semestre de crecimiento negativo seguido de uno apenas positivo, con una de las deudas públicas más altas de la UE y un gobierno cuasi interino e inestable, incapaz de hacer las reformas necesarias. Ha tenido además la mala suerte de que las regiones más ricas de su territorio sean el foco del virus y tengan ahora prácticamente paralizada su actividad económica: Lombardía, Veneto, Emilia Romagna, que representan el 40% del PIB nacional.

Así que ante este nuevo debilitamiento económico mundial, el foco recae otra vez en las posibles políticas de estímulo monetario y fiscal. En Asia ya están echando el resto. Los bancos centrales emiten más dinero y los gobiernos hacen planes fiscales de estímulo para limitar los daños. En Europa y en EEUU, el margen es más limitado. Los bancos centrales no tienen apenas munición: los tipos de interés son casi negativos o directamente negativos y los déficit y el endeudamiento público de la mayoría de países occidentales limitan el margen de los estímulos fiscales. Aunque eso no ha impedido a Trump, con las elecciones presidenciales encima, a pedir al Congreso que apruebe un presupuesto de 2.500 millones de dólares para hacer frente a la epidemia. Europa aún se tiene que pronunciar. De momento el Banco Central Europeo ha dicho que no tomará medidas extraordinarias.

Si se trata de un colapso temporal de la oferta y la demanda, es de esperar que todo vuelva a la normalidad, pero y ¿si este se prolonga? Ni el mundo está preparado para hacer frente a una pandemia de estas características, como recogía un informe de un grupo de expertos entregado a la ONU hace pocos meses, ni la economía mundial podrá aguantar la interrupción de una gran parte de su actividad económica en el largo plazo sin que se provoque un colapso económico generalizado cuyas dañinas consecuencias amenazan con igualar o incluso superar las de la reciente Gran Recesión, de la que el mundo occidental apenas había logrado superar.

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