THE OBJECTIVE
María Ibañez y Jesús Jiménez

El sexo no es un deporte

Cuando se utiliza la sexualidad para escapar de los problemas, como forma de reafirmarse o para desahogarse, inevitablemente se convertirá en una obsesión, en una esclavitud, en una fuente de dolor.

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El sexo no es un deporte

Cuando se utiliza la sexualidad para escapar de los problemas, como forma de reafirmarse o para desahogarse, inevitablemente se convertirá en una obsesión, en una esclavitud, en una fuente de dolor.

Se ha generalizado la expresión «practicar sexo», que suena a practicar tiro con arco o ensayar con el oboe. Se afirma que el sexo es bueno para la salud porque quema calorías y activa la circulación, que es bueno para la ansiedad y el estrés, e incluso para la piel. Ahora, para mayor confusión, se comercializa un smartwatch que mide el “rendimiento y el progreso” y las calorías quemadas durante el sexo.

El sexo no se puede reducir a una mera actividad física, porque las implicaciones personales, emocionales, son enormes, aunque muchos no las conozcan. Cuando además se hacen afirmaciones como que elimina el estrés o la ansiedad, esto ya es un disparate…, y una invitación a utilizar a otra persona para beneficio propio.

Además de los denominados trastornos sexuales, parafilias y disfunciones sexuales, los conflictos derivados de la sexualidad son cada vez más habituales, y el sufrimiento respecto a este tema es muy común. A nuestra consulta llegan parejas agotadas psicológicamente por haber tratado de salvar su relación a través de aprender nuevas técnicas amatorias. Es triste ver su angustia por el esfuerzo emocional que han realizado en algo que estaba abocado al fracaso. O parejas que decidieron tener una relación «abierta», mantener relaciones sexuales con otras personas, y que llegan a la consulta con graves conflictos emocionales. Evidentemente, los problemas de pareja no mejoran «practicando» sexo, sino entendiendo y resolviendo dichos problemas.

Por supuesto, cada uno puede elegir vivir su vida como mejor le parezca, pero la verdadera elección se da cuando se conocen todas las implicaciones de lo que uno elige. En el caso del sexo, el gran desconocido son los aspectos psicológicos, emocionales, que conlleva, además de que la persecución del placer desestabiliza psicológica y emocionalmente. El extremo es la adicción al sexo.

De la represión sexual a la confusión sexual

En las últimas décadas, se ha pasado de la represión sexual a la confusión sexual. Actualmente se está exacerbando la sexualidad, haciendo un análisis superficial y con un gran desconocimiento de la realidad sexual, lo que está generando mucho sufrimiento.

Afirmar, por ejemplo, que la sexualidad es beneficiosa porque quema calorías, es como decir que adoptar un hijo es entretenido, o que salvar vidas en un terremoto tonifica los músculos. El egocentrismo derivado de estas afirmaciones indica un gran desconocimiento de la profundidad emocional del ser humano.

En una buena relación no debe primar el sexo, sino el afecto

Cuando se utiliza la sexualidad para escapar de los problemas, como forma de reafirmarse o para desahogarse, inevitablemente se convertirá en una obsesión, en una esclavitud, en una fuente de dolor. Con la sexualidad mal entendida se pueden expresar incluso las emociones más negativas del ser humano, tales como la agresividad, el afán de dominación o la venganza.

Por otro lado, las relaciones sexuales pueden ser un encuentro armonioso si se dan además otras circunstancias, como la confianza, la comunicación, el respeto mutuo, el afecto, el amor.

Por tanto, no es la sexualidad lo que es bueno, sino los buenos sentimientos, vayan acompañados de sexualidad o sin ella.

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