THE OBJECTIVE
Gregorio Luri

El Valle de los Caídos

El debate sobre si hay que exhumar o no los restos de Franco del Valle de los Caídos se mantendrá vivo mientras ocupen un lugar tan preeminente en la basílica que conviertan a esta, de hecho, en el mausoleo de un dictador que no sólo no cayó en combate, sino que algo tuvo que ver con la existencia de tantos caídos. Si es el Valle de los Caídos y no meramente el de Cuelgamuros, nada parece más adecuado que respetar su nombre.

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El debate sobre si hay que exhumar o no los restos de Franco del Valle de los Caídos se mantendrá vivo mientras ocupen un lugar tan preeminente en la basílica que conviertan a esta, de hecho, en el mausoleo de un dictador que no sólo no cayó en combate, sino que algo tuvo que ver con la existencia de tantos caídos. Si es el Valle de los Caídos y no meramente el de Cuelgamuros, nada parece más adecuado que respetar su nombre.

Yo reservaría el protagonismo central de la basílica para el soldado desconocido de nuestra Guerra Civil, alguien que no supiéramos ni en qué bando luchó. A fin de cuentas, los combatientes, en su mayor parte, fueron movilizados contra su voluntad según la zona en la que se encontraban. Hasta los carlistas navarros, que sabían a dónde iban, al llegar junio querían dejar la guerra para otro día y atender a las urgencias de la siega. Quizás de esta forma pudiéramos reivindicar el proyecto inicial del escultor Juan de Ávalos.

En La voz que vino del frío, cuenta Boris Cimorra, hijo de Eusebio Cimorra, un relevante comunista que fue director de Mundo Obrero y fundador de Radio Moscú, que en la capital soviética tenían a Ávalos por “una persona progresista” y al Valle de los Caídos por “un monumento dedicado a todos los caídos de la Guerra Civil Española, sin diferencia de bandos y siglas políticas. Un monumento a la reconciliación.” Lo cierto es que Ávalos había estado afiliado al PSOE -tenía el carnet número 7 de Mérida-, cosa que le supuso un expediente en 1942 por el que fue “depurado por falta de confianza al no ser afecto al régimen”.

Cuando presentó su programa iconográfico para el Valle, Ávalos prescindió de la mitología explícita del bando franquista. No hay en él referencias al paso del Estrecho, ni al Alcázar, etc. Y así fue aceptado por el mismo Franco.

Ávalos visitó la URSS en los años sesenta y allí conoció a otro escultor monumentalista, Evgueni Vutechich, que le enseñó su complejo escultórico que rememora la batalla de Stalingrado. Seguramente a Ávalos no le pasó desapercibida la gran similitud existente entre la imagen central del conjunto, La Madre Patria llama, y su Piedad del Valle de los caídos.

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