THE OBJECTIVE
Carlos Esteban

Érase una vez en América

En la remota antigüedad, cuando el poeta quería transmitir una enseñanza moral, creaba una fábula; una historia de cigarras perezosas que alertase contra los males de la imprevisión o de leones y ratones que mostrara la importancia de la gratitud.

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Érase una vez en América

En la remota antigüedad, cuando el poeta quería transmitir una enseñanza moral, creaba una fábula; una historia de cigarras perezosas que alertase contra los males de la imprevisión o de leones y ratones que mostrara la importancia de la gratitud.

En la remota antigüedad, cuando el poeta quería transmitir una enseñanza moral, creaba una fábula; una historia de cigarras perezosas que alertase contra los males de la imprevisión o de leones y ratones que mostrara la importancia de la gratitud.

Ahora, con alarmante frecuencia, los medios tratan de hacer lo mismo con la realidad, convirtiendo los sucesos en apólogos morales en defensa de sus sencillos esquemas ideológicos, a costa de deformarlos hasta el ridículo.

En Ferguson, en el Estado americano de Misuri, un policía mató la semana pasada a un adolescente. El policía, blanco como la muerte; el adolescente, negro como el ébano: como en los casos de Rodney King, Tawana Brawley o Trayvon Martin, la historia se escribía sola.

Un policía blanco mata a tiros a un inocente chico cuyo único delito era ser negro (reflexión sobre el inerradicable racismo de la sociedad americana); comprensiblemente, los habitantes de Ferguson salen a las calles pacíficamente para protestar contra este nueve caso en el silencioso genocidio de los negros, a lo que las autoridades responden en el mejor estilo de una dictadura militar, con policía represora y armada hasta los dientes (reflexión sobre la conversión de EE UU en un Estado Policial). Foto de la víctima, sonriente en su traje de graduación. Fin.

Pero la insidiosa realidad empezó a estropear la limpísima historia. Michael Brown, la victima, era un gigante al que unas cámaras de seguridad presentaban robando minutos antes una tienda y abusando como un matón de patio de colegio del pobre encargado. Las ‘protestas pacíficas’ habían arrasado varios locales -incluida la tienda robada- con los tradicionales saqueos, que no hay mejor formar de quejarse de las injusticias que llevarse televisores de plasma a casa por la cara. El Fiscal General, Eric Holder, encargaba la TERCERA autopsia, quizá porque en las dos primeras el informe toxicológico no se ajustaba a la narrativa apropiada. Los vecinos contemplaban como la policía, en corro, asistía sin intervenir al pillaje. Oh.

Es una tragedia que un joven haya muerto a tiros en Ferguson y, sí, es preocupante que la policía parezca cada día más un ejército de ocupación. Pero no debería alarmarnos menos unos medios decididos a retorcer la realidad para ajustarla a su agenda ideológica.

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