THE OBJECTIVE
Iker Izquierdo

España está sucia

Pero ha sido llegar a Madrid y darme cuenta de que la ciudad está sucia. La basura se acumula en las papeleras y los contenedores. El metro huele mal y el servicio de bicicletas públicas da pena y dolor de corazón.

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Pero ha sido llegar a Madrid y darme cuenta de que la ciudad está sucia. La basura se acumula en las papeleras y los contenedores. El metro huele mal y el servicio de bicicletas públicas da pena y dolor de corazón.

Llevaba casi dos años sin venir a España. Estaba ilusionado. A 15 minutos de aterrizar en Barajas ya podía ver los campos de la meseta, con sus eras amarillas y algún que otro riachuelo flanqueado por chopos como los que maravillaron a Antonio Machado. Pero ha sido llegar a Madrid y darme cuenta de que la ciudad está sucia. La basura se acumula en las papeleras y los contenedores. El metro huele mal y el servicio de bicicletas públicas da pena y dolor de corazón.

Otras partes de España no están mejor. La costa cantábrica, donde me crié, también está sucia. Campan a sus anchas las cagadas de perro, las latas de Coca-Cola, los chicles y las sempiternas colillas de tabaco en las aceras y en las playas. Esto no es una cuestión ideológica, es una cuestión de educación cívica y gestión de recursos y desechos. No se trata de que el servicio de recogida de basuras o el de barrenderos tenga malas condiciones de trabajo, sino de que muchos ciudadanos son, en general, unos cerdos. 

Vivo en Taiwán, República de China, donde las multas por ensuciar la calle o los espacios públicos son muy altas, pero apenas se han emitido sanciones. Con muchas menos papeleras por kilómetro cuadrado y sin contenedores en las calles, las vías públicas de Taiwán están limpias de desechos y las cagadas de perro, que salpican innumerables ciudades españolas, son casi una anécdota de telediario en Formosa.

Estoy muy contento de haber vuelto después de tanto tiempo a mi patria, pero a la pena por la decadente situación económico-política, he de añadir la pena por la degradación de las conductas en algo tan básico como la higiene pública. 

Algunos quieren limpiar de chorizos el país. Podríamos empezar por limpiar las calles, los montes, las playas y los ríos. Eso sí que sería una revolución.

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