Haga lo que haga, Sánchez sigue ganando

Cuando parece que el actual Gobierno no puede entrar ya en más pantanos, descubre otros nuevos: tras la pandemia, tras los indultos, llegan las subidas impositivas, los recortes en las pensiones y esa fantasmagórica ley de Seguridad Nacional que dará al presidente del Ejecutivo poderes prácticamente dictatoriales cuando él decida que hay que aplicarla. En un país cuya Constitución ya incluye los estados de alarma, de excepción y de sitio, siempre polémicos por sus limitaciones de los derechos fundamentales, la nueva figura no tiene sentido, salvo que se pretenda gobernar dejando de lado la Constitución, y eso se temen muchos.

Todo este cúmulo de imposiciones sin precedentes, acompañado como está ahora por otro feroz rebrote de COVID, resulta sin embargo menos inquietante que su reflejo en las encuestas de opinión, que apenas cambian, con alguna mínima subida del Partido Popular acompañada de la habitual observación que, si se une a los resultados que logra Vox, entre ambos estarían cerca de la mayoría.

Por resumir: Pedro Sánchez no está, con toda esa sarta de controvertidas medidas, mermando apenas el apoyo que recibe la coalición gubernamental de la opinión pública. Es decir, está ganando la batalla. En esta era donde los hechos cuentan mucho menos que las creencias y las filias, la masa de futuros votantes apenas ha reaccionado ante toda esa serie de noticias alarmantes o directamente escandalosas. Un sueño profundo parece haberse adueñado de la ciudadanía en su conjunto, que no sólo Sánchez sino también los partidos y movimientos separatistas están aprovechando para mover con fulgurante rapidez sus fichas en busca de apoyos internacionales.

Ese sueño, claro, no es tal: es pura desesperación y hartazgo. Y hay que mirar también del lado del PP para preguntarse por qué la oposición de centro-derecha también está dejando indiferentes a los ciudadanos. Aparte de sucesos tan poco lustrosos como la ruptura con Ciudadanos en Murcia y Granada, la falta de unas propuestas constantes, contundentes y convincentes por parte de unos líderes que no están resultando mucho más atractivos y activistas que sus antecesores -aunque ya no pesen sobre sus cabezas las sospechas de corrupción- contribuye hoy a que Sánchez esté sacando adelante su cambio de régimen en España.

Sin esa reacción política que sepa ganarse a los hastiados y desconcertados españoles, de esto no saldremos con bien. Es hora de que aparezcan unos liderazgos nacionales que atraigan y convenzan, y que no se resuman en la figura de una sola persona, la presidenta de Madrid.