THE OBJECTIVE
Inma Rodriguez-Moranta

La (nueva) política y el arte de vivir en sociedad

La lucha por la necesaria transparencia ha desempolvado, de paso, el perfil humano de algunos dirigentes recién elegidos. Hoy, el ocultamiento de la persona resulta tan sencillo como poner un candado a tu red social. A veces uno no llega a tiempo.

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La (nueva) política y el arte de vivir en sociedad

La lucha por la necesaria transparencia ha desempolvado, de paso, el perfil humano de algunos dirigentes recién elegidos. Hoy, el ocultamiento de la persona resulta tan sencillo como poner un candado a tu red social. A veces uno no llega a tiempo.

“No es lo que dicen, es lo que piensan. No es lo que quieren, es lo que hacen. No es lo que parecen, es lo que son”, afirmó Marta Rivera de la Cruz ante la desagradable tormenta de odio, ira y salvajismo tuitero. En diversos municipios hemos presenciado instantáneas pintorescas, aguerridas interrupciones de actos y originales codas en las promesas de los cargos. En la España de 2015 lo ñoño es no liarla; lo cursi es no dar escobazo al protocolo; lo soso es comprometerse a guardar y a hacer guardar la Constitución sin vistosas apostillas. Paradójicamente, las formas importan, y mucho, a los mismos que las desprecian: las grandes conquistas en el arranque de esta legislatura se resumen en ir al trabajo en metro o en bicicleta, renunciar a pines y medallas simbólicas, o demonizar el uniforme de americana y corbata.

El azote al bipartidismo y la llegada de “una nueva forma de hacer política” –sintagma ya fosilizado- ha prometido el fin de la corrupción, el reparto solidario de la riqueza y una relación más cercana entre gobiernos y ciudadanos. Pero la lucha por la necesaria transparencia ha desempolvado, de paso, el perfil humano de algunos dirigentes recién elegidos. Hoy, el ocultamiento de la persona resulta tan sencillo como poner un candado a tu red social. A veces uno no llega a tiempo.

El contexto. El humor (negro). La juventud. El parecer y el ser. El pasado y el presente. Sí, a todos se nos calienta la boca y todos contamos chistes. Pero me preocupa que se reste importancia a la virtud elemental que se espera, no ya de un político, sino de cualquier persona: el respeto a la dignidad humana. La escritora italiana Natalia Ginzburg, diputada por el Partido Comunista, escribía en 1953: “Toda clase de encuentro con el prójimo es una acción humana y, por lo tanto, es siempre mal o bien, verdad o mentira, caridad o pecado”. Actualmente, esos encuentros se producen en Twitter, en Facebook, en el Salón de Plenos, en el bar y en la plaza del pueblo. La violencia solo engendra violencia. Afortunadamente, personas como Irene Villa consiguen hacer oídos sordos al refrán.

Espero que no perdamos el sentido etimológico del término politiké, que designa no solo el arte de la política, también el arte de vivir en sociedad. 

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