THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

No exageremos…

«Anne Applebaum subraya en ‘Autocracia S.A.’ que el arma esencial de los autócratas es la cleptocracia y sus enemigos los jueces honestos y la prensa libre»

La peseta cultural
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No exageremos…

Ilustración de Alejandra Svriz.

Algunos lectores se habrán percatado de que un grupo de opinadores decimos que el marido de Begoña es un autócrata en ciernes. Muchos (y no todos malvados) habrán pensado que es una exageración. Pues bien, ya pueden ahora leer el ensayo que hace años nos ha inspirado ese calificativo. Se trata de Autocracia S.A., de Anne Applebaum (Debate), que lleva por subtítulo Los dictadores que quieren gobernar el mundo. Ella es una de las ensayistas políticas más lúcida y respetada en el mundo democrático y es profesora de la London School of Economics.

En este imprescindible ensayo ha reunido una considerable información sobre los países regidos por autócratas y sus trampas, crímenes, estafas o mentiras, todas ellas responden a un indudable modelo común. La cuestión, sin embargo, para nuestros intereses, es ver cómo el modelo puede encarnarse de varias formas y alguna nos concierne.

En primer lugar, hay que distinguir la categoría máxima, formada por Rusia, China e Irán, potencias nucleares, de la segunda categoría, Cuba, Turquía, Venezuela, Bielorrusia, Sudán, Myanmar, Kazajstán, y así hasta reunir una treintena. También se puede hablar de una tercera categoría, como Hungría o España, que se van aproximando prudentemente al modelo.

Y en segundo lugar hay que remarcar que Applebaum pone como arma esencial de los autócratas la cleptocracia, es decir, el conjunto de mafias administrativas y empresariales que se dedican al robo de los fondos del Estado. Y es esencial porque todos los sistemas autocráticos usan como lubrificador la corrupción y el soborno interno y externo.

Los autócratas tratan de impedir todo tipo de transparencia o rendición de cuentas por lo que sus enemigos principales son los jueces honestos, la prensa independiente y los periodistas libres. Para acabar con ellos usan los medios democráticos contra la mayoría de la población. Así, por ejemplo, cuando la Alemania democrática quiso comenzar a comerciar con la Alemania comunista, pusieron en marcha un plan llamado «cambio mediante el acercamiento» (Wandel durch Annäherung) que pretendía introducir inversiones en la RDA porque, decían, «eso reblandecerá a los comunistas y relajará las fronteras».

«La cleptocracia usa a las empresas, abogados y políticos de escasos escrúpulos para sus fines»

Evidentemente sólo perseguían mantenerse en el poder, y así fue, aunque el programa fracasó estrepitosamente. Recuerda a los planes de relajación propuestos a vascos y catalanes por los socialistas españoles dándoles miles de millones con igual resultado.

La cleptocracia usa a las empresas, abogados y políticos de escasos escrúpulos para sus fines. Así se explican algunas carreras como la del abogado de Puigdemont entre otros muchos o aquellas empresas que prosperan gracias a las prohibiciones internacionales, como las de la trama española acusada de fraude petrolero venezolano o de traficar con maletas repletas de lingotes de oro. El propio Trump tiene vínculos probados con la mafia rusa, en especial en el sector inmobiliario, el más rentable en el blanqueo de capitales.

Para llevar a cabo los programas de la cleptocracia es fundamental neutralizar a las fuerzas armadas y convertir en inoperantes a todas las policías, infradotándolas para facilitar los negocios ilícitos. Sólo así se explica la situación que ha ido creando Marlaska en la zona sur andaluza, donde los narcos son dueños del tráfico y la Guardia Civil es totalmente impotente.

En Venezuela y desde Chávez, se ha protegido sobre todo a los funcionarios corruptos, más manejables que los honrados. Así se impuso el silencio mafioso en todos los empleados del Estado. En 2021 se demostró que en los bancos suizos había depositados 10.000 millones de dólares en cuentas de altos cargos venezolanos. Y ese mismo año se destapó un fraude petrolero que ascendía a 2.000 millones de dólares en bancos andorranos. Por ahí asoma la trama corrupta más cercana al marido de Begoña y también los asesores de Maduro que se pretenden de izquierdas.

«Hace un siglo que la lucha derecha/izquierda es un trampantojo que oculta la auténtica criminalidad política»

El modelo de los grandes también lo siguen los pequeños. Así, el presidente de Zimbabue, Mnangagwa, una vez hubo destronado a Mugabe comenzó su mandato atacando el sistema judicial, modificando la Constitución de 2021 y decretando una Ley Patriótica que considera delito cualquier crítica al gobierno. Hasta los más tontos conocen los pasos a seguir para mantenerse en el poder y enriquecer a sus protectores. ¿Y no son esos pasos, adaptados a la Unión Europea, lo que estamos viviendo en los últimos años?

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¿Es posible que vayamos por la senda de Zimbabue? A primera vista parece imposible, pero cuando comience el mandato de Trump todo puede acelerarse. Y nosotros tenemos un candidato que ya ha hecho muchos méritos para igualar a Mnangagwa. ¿Exageramos? Sigamos distraídos con el asunto de si somos progres o fachas o si los catalanes inventaron la imprenta. Hace un siglo que la lucha derecha/izquierda es un trampantojo que oculta la auténtica criminalidad política.

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