THE OBJECTIVE
Nuria de Madariaga

Lo que la estulticia esconde

Por eso la solución es justamente la contraria ¿Que individuos radicales desean ir a la yihad? Se les dan todas las facilidades, vuelos gratis para ellos y sus familias hasta Turquía, autobuses pulman para cruzar la frontera e incluso se les pagan los taxis para que se alarguen hasta la zona de combate “A enemigo que huye puente de plata”.

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Lo que la estulticia esconde

Por eso la solución es justamente la contraria ¿Que individuos radicales desean ir a la yihad? Se les dan todas las facilidades, vuelos gratis para ellos y sus familias hasta Turquía, autobuses pulman para cruzar la frontera e incluso se les pagan los taxis para que se alarguen hasta la zona de combate “A enemigo que huye puente de plata”.

Ante el terrorismo islámico existen dos opciones: resignarse o actuar. Yo me inclino por la actuación directa y con los mínimos prolegómenos, es decir, menos convocatorias de “cumbres” y engoladas declaraciones sobre “la civilización contra la barbarie” y menos tiquismiquis a la hora de aplicar las leyes. David Cameron está ahora comprobando, como el resto de los países de Occidente, que la laxitud ante la espiral del radicalismo, seña de identidad de Inglaterra durante décadas, le puede pasar una sangrienta factura. A todos nos la puede pasar, porque Europa parece poco inclinada a tomar, de una puta vez, decisiones contundentes como las del Gobierno de Túnez que, en menos de veinticuatro horas ha clausurado todas las mezquitas salafistas.

Pregunto ¿Cuántas mezquitas salafistas se han cerrado hasta el momento en España y en el resto de Europa? ¿Cómo se está aplicando el Código Civil en lo relativo a las causas de la pérdida de nacionalidad? Porque en todas las legislaciones europeas se refleja que la nacionalidad se pierde automáticamente cuando el ciudadano combate en el ejército de un país enemigo. Sin más explicaciones y menos aún interpretaciones. La ley es la ley y está para cumplirla. El autoproclamado Califato Islámico es el mayor enemigo de Occidente y el fenómeno indignante del “lobo solitario” no es más que el resultado de la debilidad y de los dengues de los países occidentales.

Ni Europa es una jaula con candados ni se puede retener, contra su voluntad, a unos yihadistas más locos que las vicuñas, que son las cabras salvajes del Perú, encerrados en las cárceles con derecho a tres comidas y televisión a costa de sus potenciales víctimas. Lo que la estulticia esconde es cobardía, melindres y una especie de redentorismo compulsivo que nos lleva a tratar de “apaciguar” a los malos. Y eso es imposible, ya lo afirma la sabiduría milenaria y lo reafirman las corrientes filosóficas: “El que nace con un vicio si no se mea en la puerta se mea en el quicio”. El yihadista hará daño y es una bomba de acción retardada que acabará explotando y encima contamina el entorno.

Por eso la solución es justamente la contraria ¿Que individuos radicales desean ir a la yihad? Se les dan todas las facilidades, vuelos gratis para ellos y sus familias hasta Turquía, autobuses pulman para cruzar la frontera e incluso se les pagan los taxis para que se alarguen hasta la zona de combate “A enemigo que huye puente de plata”.

Pero eso sí, saliendo de Europa se pierden tanto la nacionalidad como el derecho a retornar para los yihadistas y sus descendientes, se les reseña en condiciones, con huellas y ADN, se meten los datos en los ordenadores de todo Occidente para que jamás puedan pisar un país occidental, se les otorga el estatuto de apátridas hasta que el Califato “les dé los papeles” y se deja a las criaturas seguir sus instintos.

¿Qué quieren irse a la guerra? Que se vayan. Y que allí se queden sin posibilidad de retorno, porque si retornan se encuentran con dos opciones: 1ª.- Cadena perpetua en las cárceles de países islámicos aliados de Occidente (por aquello del régimen alimenticio y para que no se sientan desarraigados de sus costumbres)2ª.- Se les devuelve al Califato con más palos encima que una estera y esta vez con menos contemplaciones. Puras leyes civiles relativas a las causas de pérdida de la nacionalidad y más puro aún estricto respeto de los Derechos Humanos ya que Occidente no puede ser una cárcel llena de tipos con los instintos de los gatos rabiando y retenidos contra su voluntad.

   Que se vayan. Todos. El islamismo radical es un peligro para Occidente, Túnez ha clausurado mezquitas salafistas sin complejos de tipo alguno, pero la solución eficaz es conformar un auténtico margen protector y que se facilite la salida sin retorno, el que quiera ir a combatir que se vaya, el que postule o proclame el radicalismo al estar con el ejército enemigo pierde así mismo la nacionalidad y se devuelve a su país de origen que allí seguro que le entienden. Ni “lobos solitarios” ni “hienas en manada”. Europa no es una prisión, la oportunidad es de oro y se basa en algo tan simple y tan primario como es aplicar las leyes. Lo que la estulticia esconde es que, quienes nos gobiernan, son esencialmente eso: unos estúpidos.

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