No lo pillo
«Es incomprensible que Feijóo emplee un tono jocoso para hablar de la tremenda ruina que el Gobierno de Sánchez va a dejar a los españoles»
Al parecer, la deuda pública ha alcanzado el bonito número del billón y medio de euros, pero, claro, son cifras de mayo, las últimas oficiales del Banco de España. Es casi imposible hacerse una idea de esas cantidades, su tamaño supera cualquier imaginación. Ni siquiera al escribirlas se entienden mejor:
Un billón cuatrocientos cincuenta y seis mil millones.
Da lo mismo, no hay quien lo imagine. Viene a ser el 117% del PIB. Según algunos analistas, si hubiera que pagar la deuda, cada español debería trabajar gratis seis años contando con el salario actual.
Uno está tentado de pensar que ese monstruo no es posible pagarlo y que ya se perdonó alguna deuda pública impagable a países del tercer mundo, o a la Argentina, ya no lo recuerdo. Pero lo grave del caso es que la deuda, como todas las deudas, genera intereses y esos sí que se están pagando todos los días, a todas horas, de segundo en segundo. Cada uno de nosotros está costeando los intereses lo sepa o no lo sepa, porque ese dinero, de no ir al pago de la deuda, podría ir a ferrocarriles, hospitales o garrapiñadas, lo que necesitáramos, algo para nosotros, para los que pagamos.
Es cierto que los socialistas creen que el dinero público «no es de nadie», como dijo una singular ministra, y por eso pudieron repartir entre los amigos seiscientos millones de euros (600.000.000 euros) en la Andalucía socialista. Gente honrada, dicen los progresistas cuyo juicio sobre la honradez es perfectamente rufianesco. No obstante, nadie parece dispuesto a cortar la sangría mortal que los gastos del gobierno están generando.
«El colosal despilfarro actual es propio de un dictadura filipina y a Sánchez se le está poniendo cara de Imelda Marcos»
Y lo digo porque el jefe de la oposición, un señor Feijóo, manifestó el otro día en una entrevista algo para mí totalmente incomprensible: primero, que el país tiene una deuda de 300 millones (¿eso es todo, señor jefe de la oposición?) y segundo que «cada español tiene un pufo de 6.000 euros en deuda». No lo entiendo. No entiendo a Feijoo. Quizás es una broma gallega. ¿Es este el tono que debe emplearse para hablar de semejante asunto? ¿Un pufo? ¿«Deuda cuyo pago se elude de forma fraudulenta» (RAE)? ¿O más bien la segunda acepción: «Estafa, engaño, petardo»? En cualquier caso, ¿esa es la dignidad que ha de exigirse a un pretendido estadista para hablar de una de las más tremendas cargas que va a regalar el gobierno progresista a los próximos españoles? ¿Dejar en la ruina a dos generaciones de víctimas es algo jocoso?
Porque a los sanchistas no les preocupa la deuda. Ya están habituados a abandonar el país arrasado, una vez se retiran a acariciar los millones acumulados. De hecho, siempre que ha pasado unos años por el gobierno, el partido socialista ha arruinado al país. Por fortuna los anteriores ejecutivos fueron más cuidadosos y nos legaron una ruina remediable. El colosal despilfarro actual es propio de una dictadura filipina y a Sánchez se le está poniendo cara de Imelda Marcos. Eso sí, los comercios, que ahorren energía apagando escaparates. Y si no, que se preparen. ¿Y por qué no apagas tu gigantesco, tu descomunal, tu carísimo escaparate, Sánchez?