THE OBJECTIVE
Félix de Azúa

Obvio

«Una izquierda sin ideas, sin proyecto, cargada de estupidez ‘cultural’, es una invitación para que mucha gente vuelva la mirada a la extrema derecha»

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Obvio

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una intervención en el Congreso. | Europa Press

Desde hace unos días se puede leer una verdadera estupefacción mediática a partir de los resultados electorales de Italia, a los que se pueden añadir los de Suecia. Mucha gente se pregunta cómo ha sido posible un desplazamiento tan repentino y contundente. Pero sólo hay una respuesta: por la incompetencia de la izquierda. El elevadísimo número de abstenciones en Italia lo corrobora. Millones de personas no tienen a quién votar. La derecha se asilvestra, la izquierda se idiotiza. Esta fue la razón por la que un partido como Ciudadanos era indispensable, pero lo tiene difícil para funcionar entre mediterráneos y latinos.

Las izquierdas europeas han elegido una deriva suicida. A falta de verdaderos conocimientos políticos y económicos han centrado su propaganda en cuestiones que llaman «culturales», pero que son tan sólo demagógicas y comerciales. Algo así ha sucedido también en EEUU, pero allí ese movimiento lo comandó un personaje que no podía durar en el poder, Trump era el peor enemigo de sí mismo. Muchos suponemos que el siguiente caso de terremoto electoral puede ser España, a menos de que la derecha sea suficientemente sabia como para evitar un trasvase masivo hacia la ultraderecha.

La izquierda, como en Italia, ha hartado a todo el mundo por su narcisismo, su cursilería y sus tendencias totalitarias. Son muchos tres años de mentiras, agresiones, calumnias, falsedades, majaderías e incompetencias. El último capítulo, el de las bajadas y subidas de impuestos, ha sido suficientemente claro. El PP y los liberales han bajado los impuestos para compensar la desastrosa ruina de las clases medias, las altas y las bajas. Frente a ellos, los socialistas sólo proponen seguir subiendo los impuestos. Ellos dicen que se los suben a los ricos, pero es evidente que los muy ricos tienen mecanismos para evitar el pago y los semi ricos no aportarán lo suficiente como para compensar el miedo de los capitales a la inseguridad española.

«En los tres años que llevan en el poder no han logrado arreglar absolutamente nada, ni la sanidad, ni la educación, ni los transportes…»

Los sanchistas dicen que la derecha sólo ayuda a los privilegiados y que ellos quieren cobrar el dinero de los contribuyentes para construir un estado del bienestar. Todos sabemos que eso es falso. En los años que llevan en el poder no han logrado mejorar absolutamente nada, ni la sanidad, ni la educación, ni los transportes (aún se oyen las carcajadas por el tren de Extremadura), ni la cultura, en fin, nada decente. En algunos casos, como el de la educación, han conseguido hundirla de un modo casi irrecuperable. Y a todo ello hay que añadir las obsesiones sexuales de Podemos.

Quizás no han comprendido todavía que, tanto en Francia, como en Italia, como en Suecia, a la extrema derecha la votan los trabajadores, esa «gente» a la que dicen proteger. Por desgracia los sanchistas no quieren cobrar los impuestos para mejorar la vida de la gente, según dicen, sino para mejorar la vida de su clientela, de sus amigos, de sus familias y de ellos mismos. El cinismo con el que reparten el dinero europeo entre comunidades afines y no afines es escandaloso. Y además protegen a los defraudadores que dilapidaron 600 millones de euros en Andalucía.

Una izquierda sin ideas, sin proyecto, cargada de estupidez cultural y sólo interesada en repartir millones entre sus socios, familiares y amigos es una invitación para que mucha gente, mucho pueblo, muchos trabajadores, vayan volviendo la mirada hacia la extrema derecha. Si a eso le añadimos que el sanchismo está destruyendo, no sólo el Estado, sino también la nación gracias al río de oro que está regalando a los separatistas, entonces la sentencia está a punto de caer.

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