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Félix de Azúa

Jueces

«La política del sanchismo consiste exclusivamente en ocupar el mayor número de instituciones estatales que pudieran ponerle trabas a su desordenada ambición»

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Me parece inverosímil que se siga discutiendo seriamente sobre el asunto de la renovación del CGPJ y del Tribunal Constitucional, como si se tratara de un problema político real. ¿Alguien ignora en qué consiste todo este asunto? Permitan un resumen: se trata, sencillamente, de un proceso de apropiación del poder judicial por parte del Ejecutivo, es decir, de Sánchez, a quien el tímido PP trata de poner el mayor número de obstáculos. Por supuesto, todos los medios al servicio del sanchismo fingirán estar escandalizados y acusarán al PP de cuanto se pueda imaginar, incluso a pesar de que la propia delegación europea ha afirmado (con la voz muy baja, es cierto) que la situación es insostenible.

Lo es, en efecto, como tantas otras apropiaciones del sanchismo cuya política consiste exclusivamente en ocupar el mayor número de instituciones estatales que pudieran ponerle trabas a su desordenada ambición. Ambición de un poder desnudo, frío, ineficaz, que sólo tiene por apoyatura la persona misma de Sánchez, su descomunal egolatría y su falta de escrúpulos. Es una situación insólita en una democracia europea, aunque frecuente en algunos simulacros americanos como el de Venezuela.

«No se puede entender que Sánchez no encuentre resistencia para seguir destrozando lo que se puso en pie en la Transición»

Sorprende la incapacidad de los demócratas que aún quedan en este país para impedir este asalto a las instituciones del Estado. Todas son decisivas para mantener la limpieza en unas próximas elecciones, desde la más inocua, el CIS, por ejemplo, que Sánchez ha convertido en una caricatura, hasta el poder judicial, que es absolutamente decisivo y que en cuanto pasara a estar controlado por los sanchistas abriría el paso a una administración absolutista que en poco se diferenciaría de los sistemas de la ultraderecha centroeuropea como el húngaro.

No se puede entender que un desatinado como Sánchez no encuentre apenas resistencia para seguir dando órdenes mediante decretos ley que anulan al Parlamento, seguir ocultando información esencial (que incluye sobre todo partidas de gasto), seguir ocupando uno tras otro los medios institucionales mediante amigos o mercenarios, y, en fin, destrozando todo lo que se puso en pie con enorme esfuerzo y mucha inteligencia durante la Transición.

«Sánchez está cada vez más cerca de negar la validez de unas elecciones si no le son favorables»

¿Verdaderamente se le van a seguir tolerando todos los caprichos como a un niño mimado? Pues puede ser: la nuestra es aún una democracia endeble, frágil, no estamos habituados a ella, no conocemos avatares como puedan conocer los franceses o los ingleses, por eso es capaz de imponerse un personaje tan inverosímil como Sánchez y ponerlo todo a su servicio.

No creo que lo más preocupante sea que gobierna gracias a los enemigos de la democracia que ha ido recogiendo y comprando por las cavernas del independentismo, del comunismo, del ultra izquierdismo chiflado, sino más bien cómo se ha ido contagiando de ellos a medida que constataba que no podía desprenderse de uno sólo de sus secuaces.

Eso es lo verdaderamente peligroso: que Sánchez está cada vez más cerca de negar la validez de unas elecciones si no le son favorables, agarrándose al fraude electrónico como Trump o a cualquier otra mentira de las que tanto han usado sus colegas de gobierno. Ninguno de sus socios se opondrá, sino que más bien lo aplaudirán.

El peligro inmediato, creo, es pasar directamente a un gobierno autoritario como el húngaro en el momento en que Sánchez crea que puede perder el poder.

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