Finkelkraut se ha convertido en una controvertida voz en Francia que aboga por la existencia de un “fanatismo igualitario”
«Todas las encuestas, solo las que están bien hechas, son una foto del momento en el que se realizan»
El cabreo con los políticos no tiene precedentes y sobrevolará durante estas semanas. Más de la mitad consideran a los dirigentes como uno de los principales problemas de este país.
Está claro que ni a Sánchez ni a Salvini les va a hacer ninguna gracia la vigilancia acrecentada a la que pueden esperar enfrentarse a partir de ahora.
Es el cuadro completo de la carta electoral a los Reyes Magos del señor presidente del Gobierno, servida por su solícito paje Tezanos
Refugiarse en el menosprecio por los métodos de sondeo del inefable Tezanos para esperar que las predicciones sean desmentidas por los votos y la derecha salga mejor parada de lo que dicen las encuestas es, a un mes de las elecciones generales, un ejercicio demasiado azaroso, o incluso un remedo del avestruz que hunde su cabeza en la arena.
Uno es lo bastante viejo para recordar cuando aquello del debate político basado en datos iba, al menos sobre el papel, de emplear la evidencia disponible para debatir sobre policies, no de usar credenciales académicas para mover cubiletes con bolitas, despistar al personal y hacer trilerismo sobre politics.
Hay un dato del último CIS que creo que apenas se ha analizado, y que merece algún comentario. Me refiero a la estimación de voto por condición socioeconómica, y lo que ello se puede deducir de nuestro sistema de partidos.
Incluso en verano, nada es lo que parece. Los resultados del último barómetro del CIS, que estrechan la diferencia en intención de voto entre los principales partidos, tienen –sospecho– algo de espejismo. Sin embargo, los espejismos, las palabras, los símbolos y las imágenes resultan en ocasiones más incisivos que los hechos o que la realidad misma.