Toro de la Vega
Entre los deplorables festejos en los que se usan toros, el más detestable es el que se ha celebrado este martes en Tordesillas
Entre los deplorables festejos en los que se usan toros, el más detestable es el que se ha celebrado este martes en Tordesillas
En un pequeño pueblo español, Tordesillas (el mismo donde Juana la Loca, la hija de los Reyes Católicos, fue recluida hasta su muerte) se acaba de escenificar uno de los espectáculos más bárbaros que aún perviven amparándose en una tradición de siglos.
Dejamos de quemar a brujas y herejes en la hoguera. Dejamos de aplaudir el sacrificio de seres humanos en los circos de Roma y su Imperio. Dejamos de ofrecer víctimas al Dios galo Ares, o de abrir las tripas de un ser humano para adivinar el futuro. Evolucionamos como especie y abolimos esas tradiciones. Pero sin embargo aplaudimos –aplauden, en este caso, permítanme la matización– otras que se jactan de torturar salvajemente a un animal.
Entre los deplorables festejos en los que se usan toros (por favor, no piensen fuera de España que aquí todos somos taurinos) el más detestable es el que se ha celebrado este martes en Tordesillas: el toro de la Vega, la tortura sin piedad a un toro perseguido y alanceado hasta la muerte por cientos de ‘valientes’ armados y a caballo que compiten por darle la estocada mortal. El ‘campeón’ este año ha sido un obrero de la construcción en paro que ostentará el título y el orgullo, envidiado y alabado por sus vecinos cual Miss con corona, a la espera de otro que le quite el honor en 2014. Antes de ser asesinado, el toro Vulcano, asustado, acorralado y oliendo la muerte, ha herido a dos personas, entre ellas un fotógrafo de France Press.
Si no saben de qué les hablo sólo tienen que buscar en YouTube. Toro de la Vega. Sí. Año 13 del Siglo XXI. Así seguimos. Y así seguiremos; los niños del pueblo hacen cortometrajes explicando lo maravilloso que es alancear a un astado, mientras algunos de sus padres han intentado, como cada año, agredir a los que se manifestaban en defensa de los toros.
Casi dan ganas de decir que ojalá se inviertan los papeles, ¿no les parece?