Josep Pedrerol, Risto Mejide y Paul Veyne
El pueblo se politizaría contra el gobierno si éste le negara el circo
El pueblo se politizaría contra el gobierno si éste le negara el circo
Ayer se encendió en las ruinas de Olimpia la llama que alumbrará los Juegos de Invierno en Sochi, Rusia. La foto que publica nuestro diario tiene todo el sabor de aquellas celebraciones de la vieja Hélade. Esta foto y la monumental obra del historiador y arqueólogo francés Paul Veyne, «Le pain et le cirque», me han inspirado –veleidades de las Musas– este artículo.
Para Veyne, el «pan y el circo» de la Roma clásica fue tanto una medida que se logró arrancar a las élites como una concesión que hicieron para neutralizar la cólera. Como él mismo dice: «El gobierno no ofrece el circo al pueblo para despolitizarlo; pero, sin duda, el pueblo se politizaría contra el gobierno si éste le negara el circo».
Los espectáculos circenses, aunque masivos –el anfiteatro Flavio o Coliseo podía albergar a más de 50.000 espectadores–, eran disfrutados por un público heterogéneo, incluyendo hombres de letras, como Séneca y Horacio, y miembros de la aristocracia que, desde luego, contemplaban el «show» desde ubicaciones privilegiadas: los palcos de los grandes estadios actuales. ‘Nihil novo sub sole’.
Hoy, el circo se retransmitiría por televisión y sería su cronista Pedrerol. Y luego Mejide ejercería de Sexto Empírico, aunque no es médico, pero casi es filósofo a la antigua. Neutralizar la cólera, he ahí la clave. Habría que hacer un monumento en alguna parte a quienes hoy evitan derramamientos de sangre desde platós encendidos de improperios y balas de fogueo. Reclamo un monumento para Pedrerol y Mejide, lenitivos mediáticos geniales de la cólera nacional. Lo reclamo ahora mismo y abro la correspondiente suscripción pública antes de que pueda llegar la sangre al río.