BBC de ayer, BBC de hoy
Esa política de responsabilidad moral que fundó la BBC ha sido objeto de no poca irrisión retrospectiva
Esa política de responsabilidad moral que fundó la BBC ha sido objeto de no poca irrisión retrospectiva
La vieja BBC comenzaba la emisión del domingo ya entrado el mediodía –doce y media- para que las buenas gentes de Inglaterra pudieran ir y volver con paz de la parroquia. Eran los mismos tiempos en que sus locutores llevaban chaqueta de esmoquin para leer el boletín y –según la leyenda- el “dictador benevolente”, de John Reith, daba en perseguir a todos cuantos tuvieran el atrevimiento de besarse. Excesos del celo presbiteriano, pero aquella emisora tan decorosa no dejaba de albergar a gentes con temple: por ejemplo, el periodista que, ante un bombazo del Blitz, quedó cubierto de polvo y carbonilla pero no se permitió un solo carraspeo.
Esa “política de responsabilidad moral” que fundó la BBC ha sido objeto de no poca irrisión retrospectiva, con la dicción reverente de “lacayos palaciegos con voces de enterrador” y las inscripciones latinas que definían a la institución como templo de las artes y las musas dedicado a Dios todopoderoso. He ahí un contraste de puritanismo con la orgía pansexual en que parece haberse convertido la casa a instancias de rijos tan incontinentes como los de Jimmy Savile y Dave Lee Travis, estrellas fenomenales al tiempo que acosadores en masa. Poca broma: sus malandanzas han retorcido incluso aquella doblez británica de siempre que exigía mantener las virtudes públicas y los vicios privados. Al final, de la pacatería antigua a la depredación de hoy, ya nadie dirá lo que en su día dijo Orwell: afirmar “lo he oído en la BBC” significaba, simplemente, “debe ser verdad”.