El maravilloso ritual de Rafa
Lo entrega todo durante el partido pero su generosidad toca el cielo cuando se cambia de camiseta después de algún set.
Lo entrega todo durante el partido pero su generosidad toca el cielo cuando se cambia de camiseta después de algún set.
Es imposible no disfrutar del espectáculo. Rafael Nadal lo entrega todo durante el partido pero su generosidad toca el cielo cuando se cambia de camiseta después de algún set. Es un ritual. No sólo suyo. Nuestro también.
Resulta muy interesante observar con detenimiento la cara de cada persona en el público cuando el actual número uno del mundo se despoja de su prenda mojada y con naturalidad e incluso ingenuidad seca el sudor producto de su esfuerzo para luego enfundarse otra camiseta y volver a la cancha. Algo tan natural que no debería encerrar ningún misterio genera euforia en el público.
Sin importar raza, sexo o credo pocos se abstienen de sacar sus cámaras fotográficas, tabletas y teléfonos móviles para captar el torso desnudo de Rafael Nadal. Valga la pena decir que con justa razón. Sólo basta tener un asiento privilegiado y salir premiado. Muchos ojos lo recorren en cuestión de segundos. Empezando por los pectorales, luego abdominales, sin olvidar los brazos, le siguen sus piernas y de ahí en adelante todo es imaginación. Mientras la grada opuesta tiene lo suyo con la espalda de Rafa.
En el caso del tenista español sólo sus formas son suficientes. La figura de Nadal semidesnuda no invita a descifrar sus tatuajes. Su piel resulta inmaculada ante la proliferación de tinta en los cuerpos de otros populares deportistas. Que quede claro que no tengo nada en contra de los grabados en la piel. Inclusive por algunos siento fascinación. Pero nadie puede negar que luce puro, natural y transparente como si intentara sin esfuerzo reflejar su personalidad.
Es disciplina. Carisma también. Él sabe lo que tiene. Xisca su novia también. Los movimientos sin camiseta resultaron más emocionantes que cuando los hizo con ella puesta a juzgar por la reacción de la mayoría de sus seguidores en el reciente Abierto de China. Existen los que tan sólo quieren un autógrafo y entre la multitud miran con desconsuelo a su ídolo e intentan una firma que los hará únicos. En ambos casos Rafa Nadal complace a todos y todas por igual.