Cómic en serio

Hasta principios de los ochenta no comprendían que alguien pretendiera contar asuntos serios por medio del cómic

Cuenta Art Spiegelman que uno de los mayores problemas que debió enfrentar cuando quiso publicar ‘Maus’, la única novela gráfica ganadora del Premio Pulitzer, fue el prejuicio de los editores, que hasta principios de los ochenta no comprendían que alguien pretendiera contar asuntos serios –el holocausto a través de una familia de ratones humanizados, en su caso– por medio del cómic. Parte de este prejuicio provenía de la misma palabra ‘comic’, cuya traducción literal del inglés significa ‘gracioso’ o ‘cómico’.

Spiegelman debió nadar contracorriente para conseguir que el libro viera la luz, y en cuanto lo logró se transformó en un fenómeno cultural, además de un best-seller. Ejemplos como el suyo consiguieron cambiar la imagen de aquella forma de arte tan menospreciada, vista hasta entonces como un mero entretenimiento para niños.

Pensaba en todo esto mientras veía las imágenes y leía las notas que llegan desde Bilbao, donde Robert Crumb recibió el premio BBK La Risa. Autor de personajes como ‘Mister Natural’ o ‘Fritz the Cat’, ilustrador de libros de Charles Bukowski o de los guiones de Harvey Pekar para ‘American Splendor’ –aunque no deje de resultar curioso que su mayor éxito de ventas sea la versión ilustrada del ‘Génesis’ que publicó en 2009–, Crumb fue protagonista capital de aquella revolución del cómic. Hacia 1968 fundó ‘Zap Comix’, la publicación artesanal que sirvió como lanzadera para una vasta comunidad de historietistas alternativos reunidos en San Francisco.

Conocido comúnmente como el padre de la historieta ‘underground’, Crumb es hoy mucho más que eso. Como ocurre con los grades artistas, su obra, poblada de acidez, erotismo, humor y violencia, consiguió salir de los circuitos alternativos y minoritarios, y alcanzar a un público vastísimo, que enriquece su visión del mundo con la mirada crítica de este gran dibujante, pero sobre todo de este narrador soberbio.