THE OBJECTIVE
Carlos Carnicero

Egipto, Libia y la extensión de la Yihad

Europa y Estados Unidos tratan de disimular su satisfacción por la interrupción de la deriva islamista que significaba el presidente Morsi

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Europa y Estados Unidos tratan de disimular su satisfacción por la interrupción de la deriva islamista que significaba el presidente Morsi

El golpe de estado y la dictadura militar establecida en Egipto ha tenido un tratamiento «amable» por parte de la Unión Europea. La interrupción del proceso democrático, con el pretexto real de una islamización de la sociedad egipcia, ha generado una ola de detenciones, represión y enfrentamientos con medio centenar más de muertes violentas en las últimas horas. Una vez más el poder militar se ha establecido en Egipto. Y Europa y Estados Unidos tratan de disimular su satisfacción por la interrupción de la deriva islamista que significaba el presidente Morsi.

El caldo de cultivo para la radicalización de los musulmanes egipcios, cuya mayor organización, los Hermanos Musulmanes, habían confiado en la vía democrática para cambiar el modelo de sociedad, está servido de la mano de una nueva dictadura que se acomoda a las exigencias de Occidente.

Libia se ha convertido en un centro de adestramiento de yihadistas que se trasladan a Siria, donde son fuerza hegemónica entre los opositores a la dictadura. El derrocamiento de Muamar el Gadafi ha servido para que Libia sea un estado fallido donde el yihadismo campa a sus anchas. Las empresas extranjeras tienen que pagar a las tribus yihadistas para que garanticen la seguridad que el estado es incapaz de ofrecer.

En Irak prosiguen los atentados suicidas. Y en Argelia, el ejército se enfrenta a milicias yihadistas que están diseminadas por su vasto territorio.

La amenaza yihadista forma hidras de mil cabezas, con autonomía de su central ideológica de Al Qaeda. La medicina aplicada por Estados Unidos y sus aliados ha devenido en una primavera árabe de esencia integrista que amenaza con grandes zonas de desestabilización. La medicina no funciona y cada dosis extiende la gangrena del yihadismo donde la pobreza y la marginalidad, junto a la prepotencia de Occidente, es la medicina de una extensión del radicalismo islámico.

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