Alice en el País de las Maravillas
Alice Munro es una mujer de otra época. Pero también de ésta para fortuna nuestra. Es un ejemplo de tenacidad.
Alice Munro es una mujer de otra época. Pero también de ésta para fortuna nuestra. Es un ejemplo de tenacidad.
Diferentes sitios en internet ya empiezan a publicar listas de nombres y años de publicación para recomendar el orden en que debemos empezar a descubrir a Alice Munro la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2013. No conozco su obra. Pero nunca es tarde. No tengo más remedio que dejarme llevar por los demás. ‘Lives of Girls and Women’ (1971) próximamente llegará a mi mesa de noche.
Antes de asomarme a sus escritos ya he comenzado a leerla. La primera imagen que me llegó de la Nobel canadiense es precisamente de la que escribo en ésta columna. Y tengo que confesar que me encantó. Es como si la fotografía contara una historia. La que cada uno quiera adjudicarle. Su pelo blanco y desordenado. Su pendiente de plata moderno. Su sonrisa. Pero sobre todo sus ojos. Brillan como los de una niña. Casi escondidos tras sus arrugas. Sin querer ocultar el paso del tiempo. Tan sólo realzados por unas cejas algo maquilladas y un toque de pestañina que revela coquetería. La miro y no me canso de mirarla. Transmite e inspira. Es plenitud a flor y piel.
Me pregunto cuántas horas de su larga vida ha tenido que dedicarle al oficio de escritora para llegar a convertirse en la maestra del relato corto contemporáneo. Título que se ha ganado con una disciplina que cultiva desde su infancia. Alice Munro es una mujer de otra época. Pero también de ésta para fortuna nuestra. Es un ejemplo de tenacidad. Su más reciente obra ‘Dear Life’ ha sido publicada en 2012. Ahora un año después y con ocho décadas encima nos entrega una maravillosa lección. El éxito no es exclusivo de la juventud. El reconocimiento y la satisfacción adquieren un valor especial cuando quien los recibe tiene la sabiduría suficiente para apreciarlos. Llegar hasta éste punto de la vida seguro que no ha sido fácil para una escritora de su generación. Sin embargo a los 82 años sus ojos siguen brillando. Su mirada y sonrisa lo simplifican todo. Para mí son razones más que suficientes para empezar a leer lo que toda su vida ha querido contarnos.