La nada en un rectángulo negro

Últimamente dan ganas de escaparse de planeta o de dimensión y de escribir sin hablar de colores, solo del negro

La mayoría no nos dimos cuenta, pero el domingo se produjo un fenómeno extraordinario. No nos dimos cuenta porque lo que sucedió pasó muy lejos, concretamente en el espacio interplanetario. Porque nos gusta cerrar los ojos y porque mirar al cielo es cosa de locos. No nos dimos cuenta un poco por todo, y porque había nubes, pero el caso es que no nos dimos cuenta. Como tantas otras veces de tantas otras cosas.

Por primera vez en un montón de años, el domingo se produjo un eclipse híbrido, denominación fascinante para un fenómeno ídem que se produce diez veces al siglo. Los agraciados con la varita de la visibilidad el pasado 3 de noviembre de 2013 d.C. fueron los habitantes de Kenia, y desde allí captó Noor Khamis la imagen más fascinante de la edición de The Objective del lunes: medio anillo brillante y una nebulosa fantasmagórica en el rincón de un rectángulo negro.

Podría haber escogido cualquier tema del planeta Tierra para escribir hoy aquí, los hay a patadas y de muchos colores, pero últimamente dan ganas de escaparse de planeta o de dimensión y de escribir sin hablar de colores, solo del negro. Por eso el eclipse (del griego ‘Ekleipsis’: ‘desaparición’ o ‘abandono’) me ha servido de huida, de desaparición, de abandono, de ‘me quiero cambiar de universo’.

Es la misma explicación que le encuentro al hecho de que una película con un guión tan, tan, tan… como ‘Gravity’, de Alfonso Cuarón, sea considerada por algunos como un hito en la historia del cine, y es que nunca volveremos a estar tan cerca del espacio. Es así. Khamis nos lo ha mostrado y con Cuarón lo hemos experimentado. Nunca el vacío tan pegado a nosotros. Nunca la Tierra tan lejos. Los dos nos han acercado a la nada sobre un rectángulo negro.