Vampiros en Caracas
En los últimos 10 años el PIB venezolano se ha triplicado, lo mismo que el gasto social per cápita; se han creado cuatro millones de puestos de trabajo y se ha reducido a la mitad el desempleo
En los últimos 10 años el PIB venezolano se ha triplicado, lo mismo que el gasto social per cápita; se han creado cuatro millones de puestos de trabajo y se ha reducido a la mitad el desempleo
Con el título de esta entrada no estoy homenajeando ‘Vampiros en La Habana’, la premiadísima película de animación cubana de Juan Padrón. Por desgracia, esta película sólo se parece a la que nos cuentan los medios internacionales sobre Venezuela en que ambas son películas de vampiros. La de Venezuela es eterna (empezaron a contarla con Chávez y siguen contándola con Maduro) y tiene un guión monocorde que insiste en que este país está sumido en el caos, sometido a un monstruoso presidente que, cual conde Drácula, chupa la sangre, el alma y la voluntad a su pueblo. Las últimas víctimas del vampiro Maduro son, por lo visto, los cuellos inocentes de los gerentes acusados de sabotajes.
Pero frente a las películas de vampiros se vuelven a imponer los datos. En los últimos 10 años el PIB venezolano se ha triplicado, lo mismo que el gasto social per cápita; se han creado cuatro millones de puestos de trabajo y se ha reducido a la mitad el desempleo así como la desigualdad y la pobreza. Hasta la Latinobarómetro, de cuyas conclusiones se hacía eco hace poco el politólogo español Íñigo Errejón, dice que Venezuela es el país en el que más ha aumentado el apoyo social a la democracia desde 1995, que los venezolanos son los segundos latinoamericanos que más creen que en su país la distribución del ingreso es “Justa o muy justa” sólo por detrás de los ecuatorianos, y en el que los ciudadanos muestran más interés por la política. El informe reconoce incluso que el chavismo ha dado al pueblo venezolano bienes políticos de los que carecía. Sin embargo el informe señala: “Venezuela permanece en el ojo de la controversia como el país donde hay la mayor distancia entre lo que dicen sus ciudadanos y lo que dice la comunidad internacional”.
¿Cómo es posible tal distancia? Pues porque a la comunidad internacional lo que le cuentan sobre Venezuela no son más que películas de vampiros.