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A este lado del bienestar ficticio, ponen impunemente a la venta la ciudadanía europea al postor que sea capaz de pagar las tasas por entrar en esta jaula de oro

Hace poco tiempo que en la valla que tenemos en Mellilla se han reinstalado los alambres con cuchillas que inexplicablemente se llaman “concertinas”: una suerte de entramados metálicos afilados que hacen las delicias de la zona más gore del fascismo que sopla del norte de Europa, y que presuntamente protegen las miserias interiores con su decadencia del estado de bienestar, de las otras miserias exteriores con piel oscura tipo extrema pobreza, sequía, guerra, hambre.

Sin embargo a este lado del bienestar ficticio, las miserias interiores que no vienen de otro sitio que del propio ombligo del aparato financiero y político, tan prostituido como protegido por la propia música de sus policías protectores de lo que se cuece dentro de la valla interior, ponen impunemente a la venta la ciudadanía europea al postor que sea capaz de pagar las tasas por entrar en esta jaula de oro.

Malta acaba de sacar una oferta por la cual por solo 650.000€ puede uno adquirir la ciudadanía maltesa, por lo tanto europea, a golpe de talonario. Toda una superoferta que será la envidia de otros supermercados.

El argumentario, no carente de lógica, es sin duda reactivar las arcas internas atrayendo a un potencial público de “reconocido prestigio”, dada su amplia billetera. Quizá por eso y por los beneficios fiscales, Tina Turner se ha hecho suiza, como Gerard Depardieu se ha hecho ruso.

Y uno se pregunta cómo es posible que el listado de paraísos fiscales sea tan amplio en el mundo. Parece que en realidad todo estado “legal” tenga uno a su servicio, como un Mr. Hide de sus propias contradicciones. ¿Cómo se fabrica un paraíso fiscal? Y una vez fabricado, ¿cómo se legaliza? ¿Hacen una fiestaca del copón repleta de Berlusconis?

Si tienen dinero y un paria cercano ya saben lo que pueden regalar estas navidades.