Lance Armstrong, el culpable acusador
No tiene credibilidad, pero lo que dice puede servir de pista para ampliar la investigación. Si el ciclismo quiere limpiarse verdaderamente, hay que escucharlo para llegar al fondo del asunto
No tiene credibilidad, pero lo que dice puede servir de pista para ampliar la investigación. Si el ciclismo quiere limpiarse verdaderamente, hay que escucharlo para llegar al fondo del asunto
Según asegura Lance Armstrong, Hein Verbruggen, presidente de UCI (Union Cycliste Internationale), lo ayudó a tapar su test positivo por sustancias prohibidas durante el Tour de France 1999. Armstrong dice: “No tengo lealtad hacia esas personas [Verbruggen y los dirigentes del UCI] después de ver cómo me trataron. No voy a mentir para protegerlos. Los odio”.
No es necesario que Armstrong nos diga de su falta de lealtad hacia Verbruggen. A lo largo de estos años sólo ha sido leal a él mismo o al menos a una imagen que tenía de sí mismo. Confesó cuando no le quedó más que hacerlo. Sus declaraciones son oportunistas, ahora que busca redimirse para que lo dejen al menos competir en triatlón. Sin embargo, si el ciclismo quiere limpiarse verdaderamente, hay que escucharlo para llegar al fondo del asunto, por más que no se acepte como acusador a alguien tan culpable. Armstrong no tiene credibilidad, pero lo que dice puede servir de pista para ampliar la investigación.
Los testimonios son contudentes y repetitivos: para formar parte del equipo de Armstrong, como ciclista o enfermera o incluso un simple encargado del correo, tenías que aceptar el dopaje como parte del paisaje cotidiano -en el refrigerador del bus que acompañaba a U.S. Postal en las competencias se podían encontrar bolsas de sangre, y las transfusiones se hacían en grupo-. Si en esos años turbios –en más de un sentido— de los triunfos de Armstrong todo estaba tan a la vista, es muy probable que no sólo los dirigentes de U.S. Postal hayan sido cómplices de obra u omisión y que la cultura del dopaje haya llegado a las altas esferas del ciclismo internacional. Armstrong ha enseñado que, en lo que se refiere a este tema, pensar mal es acertar.