A ciegas

Así funciona muchas veces la raza humana: dando palos a tientas por la incapacidad de ver la realidad que tiene ante si…

Así vamos, a ciegas. Así funciona muchas veces la raza humana: dando palos a tientas por la incapacidad de ver la realidad que tiene ante si. Y la realidad que tiene ante si lleva ya acumuladas varias cumbres por parte de la ONU, polémica tras polémica para llegar al acuerdo de que nunca hay acuerdo, o dicho de otro modo, que a los intereses de las grandes potencias y de su máquina de hacer dinero les importa una mierda las emisiones de CO2 que enviemos a la atmósfera, mientras sus cuentas de resultados sigan incrementando sus beneficios en paraísos fiscales.

En estas cumbres todos actúan como el tipo este inexplicable que se coló en el funeral de Mandela como intérprete del lenguaje de signos para sordomudos, e hizo una interpretación disparatada sin sentido alguno. Pues lo mismo. Es una convocatoria para un desacuerdo anunciado, en el que en el entretanto me llevo mis comisiones, dietas y “fiestuquis”, de las que se suele decir “que me quiten lo bailao”. Esa parece ser la conciencia dominante, dada su inoperancia.

Así las cosas, los chinos que viven en los grandes  núcleos urbanos como Shangai o Pekín, saludan al día envueltos en una nube de contaminación que permite una visibilidad de unos 50 metros, por lo que ahora que con el frío la maquinaria del humo se pone cachonda, han tenido que cortar autopistas y aeropuertos para que la gente no se estace por ahí, como dicen en Valladolid. De hecho van a dar cursos a los pilotos para que aprendan a aterrizar a pesar de la ceguera atmosférica, a dar más palos a tientas…

Eso siempre es más barato que preocuparse por resolver la desertización que avanza vertiginosamente, la deforestación indiscriminada, el aumento del nivel del mar y de su temperatura, la disminución de la masa helada de los casquetes polares…