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Malditos concursos de belleza

Veo una fila de mujeres africanas con ropas muy vivas y elaborados peinados.

Opinión
  • Periodista y cineasta. Escribo, filmo y creo. He rodado 7 cortometrajes y trabajado en El Periódico de Catalunya, Ling Magazine, COM Radio y La Vanguardia. Ahora en Adams Editorial.

Veo una fila de mujeres africanas con ropas muy vivas y elaborados peinados.

Veo una fila de mujeres africanas con ropas muy vivas y elaborados peinados. Ninguna sonríe pero los colores sobre sus pieles de ébano eclipsan el gesto de espera, interrogación o nerviosismo, no sé muy bien. Son candidatas del primer concurso de belleza de Sudán, un certamen en el que se pretende elegir a la más bella de entre las bellas de 99 tribus de Nuba. Es decir, la más bella de entre las bellas según el lugar y el momento histórico en el que les haya tocado nacer. Esto es: Sudán, año 2013.

Desconocedora absoluta de las costumbres y los gustos de los hombres del lugar -porque a riesgo de que me llamen feminazi me atrevo a decir que son ellos quienes marcan esos cánones porque son ellos los que siguen al frente en todos los ámbitos- supongo que la más bella de entre las bellas será muy alta y muy delgada. Y joven, siempre joven. Recordad que las mujeres de más de 45 se han vuelto invisibles no solo en estos certámenes sino en labores periodísticas en televisiones, en películas e incluso en trabajos de atención al público. Envejecer con dignidad se ha convertido en un auténtico reto. Y engordar con dignidad ya ni te cuento.

Los concursos de belleza, y espero que algún día nos perdone la palabra ‘belleza’ por semejante profanación, son los acontecimientos mas anacrónicos de la actualidad. No premian, apremian; no inspiran, ahogan; no liberan, esclavizan. Son un defecto más de un sistema deforme en el que las mujeres aún tenemos demasiado que decir. Espero próximamente un puñetazo sobre la mesa, a la manera de ellos, para decirles y que se entienda, que las mujeres no somos muñecas. Que tenemos muchos dones, además de arrugas y celulitis, y que somos seres complejos, grandes, infinitos. Solo hace falta que empecemos a creérnoslo y a dejar de colaborar en estos actos, concursos y acciones que hacen del mundo un gran circo machista.