Papá Noel Protection Team
La fotografía es como para llorar. Toda una contradicción en sí misma. O quizá no.
La fotografía es como para llorar. Toda una contradicción en sí misma. O quizá no.
La fotografía es como para llorar. Toda una contradicción en sí misma. O quizá no. Quizá los que estemos equivocados seamos nosotros, enterrado nuestro entendimiento en espumillón y polvorones y villancicos y Reyes Magos y cava y el mogollón familiar político y el Feliz Portal de Belén. Quizá en realidad la Navidad sea eso que nuestros ojos no ven y ahí fuera haga falta un uniforme militar para proteger a Papá Noel.
Porque ahí fuera la Navidad está siendo bombardeos y atentados y francotiradores y muertos y desplazados en decenas de países. Está siendo una niña palestina de cuatro años asesinada en Nochebuena por el ejército israelí. Está siendo más de quinientos civiles muertos en Siria durante estas “fiestas”. O un coche bomba que deja treinta y ocho muertos en Bagdad durante la primera misa cristiana de Navidad en diez años. O los cuatro millones de personas que siguen sin casa en Filipinas intentando no morir de sed, hambre o alguna de las plagas que azota el país tras el paso del tifón Haiyan. Está siendo también esta Navidad los 121.000 desplazados y miles de muertos en Sudán del Sur, huyendo otra vez y otra y otra de una guerra eterna. Y Kim Jong-Un volviendo a escupir rabia. Y los panegíricos gloriosos al Héroe de la Patria Mijaíl Kalasnikov, inventor del arma más famosa del mundo. Y la última viuda negra suicida.
Ahí fuera, ya lo ven, el mundo sigue. Tan cruel como sólo la humanidad es capaz de hacerlo. Pueden comprobarlo incluso en cualquier esquina de su ciudad.
Así que quizá no sólo haga falta un ejército para proteger a Papá Noel. Quizá incluso tengamos que llamar al Servicio Secreto para que trote alrededor de las carrozas de Melchor, Gaspar y Baltasar como si fueran el mismísimo POTUS. Todo es poco para proteger la burbuja de nuestra Navidad.
