THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Esos Reyes de 1964

En un día de Reyes sin carbón y sin corbatas, he echado la vista atrás a otra Epifanía de hace medio siglo, en una Nueva York aún transida por el magnicidio de unas semanas antes, con la situación cada vez más caótica en Vietnam…

Opinión
Comentarios
Esos Reyes de 1964

En un día de Reyes sin carbón y sin corbatas, he echado la vista atrás a otra Epifanía de hace medio siglo, en una Nueva York aún transida por el magnicidio de unas semanas antes, con la situación cada vez más caótica en Vietnam…

Este año no ha habido regalos de Reyes en casa. Hemos roto una tradición familiar. Los chicos se abren paso a trancas y barrancas en un mundo hostil, los mayores vemos nuestros ingresos más mermados cada año, y como ya son bien mayorcitos hemos llegado a un pacto: por Navidad, y nada más.

Durante los cuatro últimos decenios habíamos prolongado, con vacas flacas o con las gordas, una costumbre iniciada por mis padres cuando vivíamos lejos de España y los demás niños recibían los suyos el 25 de diciembre: doble ración, aunque cada una por separado resultasen más modestas, de regalos traídos sucesivamente, en intercultural armonía, por Papa Noel y por nuestros Reyes. Así no sufríamos viendo a nuestros compañeros lucir sus Legos y sus Dinky Toys durante todas las vacaciones navideñas, y nuestra fiesta especial del día 6 nos recordaba de dónde éramos y que nuestra España, tan diferente y entonces tan atrasada, también tenía sus cosas entrañables.

Hoy, en este día de Reyes sin carbón y sin corbatas, he echado la vista atrás a otra Epifanía de hace medio siglo, en una Nueva York aún transida por el magnicidio de unas semanas antes, con la situación cada vez más caótica en Vietnam… Eso sí, no faltaba vino español: la Prohibición había fenecido mucho antes, ya no había que buscarlo en una farmacia -¿en una farmacia?- como rezaba el famoso pasodoble del maestro Penella. Y yo ya empezaba con mis primeros sorbos de Marqués de Riscal, camino de mi actual perdición.

Disimulando –mal, claro-, mi padre se había mostrado muy inquisitivo sobre mis gustos musicales. Y ese 6 de enero cayó un pedazo de 33 rpm de Fats Domino, un tío pasado de moda: en los Top 20 de WABC sólo el melindres de Bobby Vinton competía con un huracán llamado Beatles. Pero a mí ya me tiraba lo clásico, lo fundacional. El blues.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D