C8H10N4O2
De siempre ha sido conocido que el café, es decir, la cafeína que contiene, estimula el sistema nervioso, mantiene despierta la atención y tiene efectos analgésicos.
De siempre ha sido conocido que el café, es decir, la cafeína que contiene, estimula el sistema nervioso, mantiene despierta la atención y tiene efectos analgésicos.
De siempre ha sido conocido que el café, es decir, la cafeína que contiene, estimula el sistema nervioso, mantiene despierta la atención y tiene efectos analgésicos. Fue descubierta a principios del siglo IX por el médico Runge, quien acuñó el término Koffein, cafeína, motivado por un encuentro genial (algún día lo contaré) con Goethe, personaje fascinante tristemente conocido sólo por escribir Fausto pero que era un apasionado químico.
Los humanos han consumido cafeína desde la Edad de Piedra para aliviar la fatiga aunque la historia del café solo está registrada desde el siglo IX, en el que hay una mención literaria del café en los trabajos del físico persa Al-Razi. Durante ese siglo, además, se establecieron las primeras «casas de café», abriéndose la primera cafetería en Venecia.
Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad Johns Hopkins en Estados Unidos, encabezados por el profesor Michael Yassa, ha encontrado otro uso para el café: es un potenciador de la memoria asombroso. Han descubierto que la cafeína tiene un efecto positivo sobre la memoria a largo plazo en los seres humanos. Su investigación, publicada en ¨Nature Neuroscience¨ hace unos días, muestra que la cafeína fortalece y mejora ciertos recuerdos al menos hasta veinticuatro horas después de su consumo y que genera resistencia a que se olviden. El centro de la memoria en el cerebro humano es el hipocampo y funciona como un cuadro eléctrico de los recuerdos, de tal manera que la cafeína impide que salten los interruptores y se olviden los recuerdos al «saltar los plomos». Un hallazgo que abre de nuevo la esperanza en la acción preventiva de patologías como el Alzheimer. Una taza de café.. qué simple…y es que, como aconseja la precursora del nuevo paradigma de la ciencia Janine Benyus, la «madrina» de la biomímesis, «pregunta al planeta: allí están todas las respuestas».