¿Graffiti tú, Graffiti yo?
Nueva York, cuna del graffiti contemporáneo, rinde homenaje al arte callejero con una colectiva en el museo de la ciudad.
Nueva York, cuna del graffiti contemporáneo, rinde homenaje al arte callejero con una colectiva en el museo de la ciudad.
Nueva York, cuna del graffiti contemporáneo, rinde homenaje al arte callejero con una colectiva en el museo de la ciudad. Lo que comenzó como una batalla reivindicativa contra el poder, se convirtió más allá de los 70 en un camino de expresión en busca de la fama y el reconocimiento. Paredes, vagones de tren, escaleras de piedra: cualquier lugar era bueno para estampar su sello y conseguir miles de seguidores.
Los trenes eran el mejor lienzo, en 1980 existía la certeza que no había uno sólo en la ciudad que no hubiera sido pintado, al menos, una vez. Con el tiempo, esa tendencia se extendió a otras ciudades y partes del mundo. Así llegó la competición de la ilegalidad donde lo más importante era conseguir echar el spray en un lugar difícil de alcanzar y lo más grande posible. -¿Qué es arte?- La eterna cuestión que sirve a los clásicos para rechazar nuevas tendencias y a los caraduras para meter cualquier cosa en el saco.
Aunque la belleza no deja de ser un ideal, el arte debe espolvorear ciertas dosis. Enarbolarlo para agredir a otros con insultos o simples garabatos emborronando paredes es de mentecatos que defienden el «Todo vale». Incluso habrá quienes pensarán que dejar la caca de su perro en la calle es un expresión artística. Soy amante de la belleza, entiendo y respeto el arte urbano, pero me siento agredida cuando veo como sobre paredes recién pintadas, por el arte de ‘tocar los huevos/ovarios’, se estampan unas letras ilegibles. Doy por hecho que Banksy, el graffitero más famoso del mundo, estaría conmigo. Ni eso es graffiti, ni arte… Ni tampoco estampar un corazón con dos nombres en una pared en un acto de ceguera temporal. La próxima vez… ¡Tatuarse!