Los grandes del reino

No es un patio de colegio. Es el Parlamento turco y los señores que se dan puñetazos y patadas son los parlamentarios, elegidos como representantes del pueblo para llevar las riendas del país.

No es un patio de colegio. Es el Parlamento turco y los señores que se dan puñetazos y patadas son los parlamentarios, elegidos como representantes del pueblo para llevar las riendas del país. ¿No os da miedo? ¿O pena? ¿O risa? ¿O algo? A mí me da un poco de todo, sobre todo teniendo en cuenta que esta escena no es excepcional últimamente.

Una de las acepciones de la RAE para la palabra Parlamento es: «Asamblea de los grandes del reino», que en este caso son una manada de señores vestidos de traje en cuya escena coral predominan los colores oscuros, apagados y grises. Elegancia ante todo, incluso para darse de hostias, que no se diga. Una manada de señores inteligentes (se presupone), formados (se presupone) y sobre todo sobre todo, con gran capacidad para el diálogo. ¡Ahí están!

A mí que me digan lo que quieran pero llegar a las manos es muy de parvulario o muy de marrullero, una de dos. De incapaz, de barriobajero, de «medaigualoquedigasporqueaquisehaceloquedigoyoypunto». ¡Y punto! De todo lo que no debería ser un político vamos. ¡Y voilà! Aquí les tenemos en plena trifulca para ponerse de acuerdo en el Parlamento de Turquía. Y en el de Italia, y en el de Ucrania, y en el de Grecia, y en el de Corea del Sur…

He puesto puntos suspensivos porque no descarto más reyertas parlamentarias. En España de momento no se pegan, solo nos roban, pero las formas las mantienen, que el Gobierno de ahora sabe mantenerlas muy bien y hacer todo tipo de barbaridades sin ni siquiera despeinarse. Y eso es de admirar oigan. Las formas, sobre todo las formas.