Crimea, rusa
Afirma Maquiavelo que la experiencia muestra que las decisiones duras y difíciles se deben ejecutar de golpe, rápidamente, de una sola vez. Y así ha obrado Putin. Ha llegado a Crimea para quedarse, y nadie está en condiciones de impedírselo.
Afirma Maquiavelo que la experiencia muestra que las decisiones duras y difíciles se deben ejecutar de golpe, rápidamente, de una sola vez. Y así ha obrado Putin. Ha llegado a Crimea para quedarse, y nadie está en condiciones de impedírselo.
Afirma Maquiavelo que la experiencia muestra que las decisiones duras y difíciles se deben ejecutar de golpe, rápidamente, de una sola vez. Y así ha obrado Putin: la minuciosidad de las operaciones regulares e irregulares rusas en las últimas 48 horas; la coordinación política con sus adeptos crimeanos; y el sentido político más común, sugieren una operación diseñada con mucha antelación, pero ejecutada de manera rápida, implacable, certera. Y la culminación final con la invasión de tropas regulares uniformadas apunta a una sóla dirección: Putin ha llegado a Crimea para quedarse, y nadie está en condiciones de impedírselo.
Para la ensimismada Europa, que Rusia domine Sevastopol de manera directa y no indirecta no tiene un efecto estratégico intolerable: sólo constata otro fracaso diplomático. Su problema es ya el del resto del país: con un gobierno en Kiev revanchista, y con botas rusas sobre Crimea, el riesgo de fractura civil se multiplica: y con él, el de la guerra intestina y la crisis humanitaria en la misma frontera de la UE. El conflicto con el autócrata Putin, siempre rehuído por Europa, amenaza con convertirse ahora en un problema interno. La historia no suele perdonar esas cosas.
¿Y Estados Unidos? La invasión de Crimea constituye otro traspiés de la Casa Blanca, tras Egipto y Siria. Obama tiene dificultades para entender que el liderazgo internacional no se elige: las más de las veces se soporta. Así que si Europa a duras penas aspira a buscar un acuerdo que no desestabilice sus propias fronteras, para Obama el movimiento ruso tiene alcance global: la invasión es un golpe a su credibilidad ante aliados, rivales y enemigos.
¿Y Crimea? La imprudencia del nuevo gobierno ucraniano y el fracaso europeo para lograr una situación de compromiso han abierto la puerta de Crimea al Kremlin. La escandalera y el pataleo occidentales no eliminan el hecho de que, como también decía Maquiavelo, la política se hace con la astucia y con la fuerza. Putin lo sabe, y por eso en cualquiera de sus modalidades, Crimea saldrá de ésta siendo rusa.